Si durante meses mantuvo la cantaleta de que en septiembre se retiraría para coordinar la campaña presidencial de Miguel Ángel Mancera y que el único pago que esperaría por ello es una senaduría plurinominal en la CDMX, ¿por qué Héctor Serrano cambia la señal?
El secretario de Movilidad capitalino mueve sus piezas para acomodarse como la opción para encabezar la candidatura al Gobierno de la capital y, quienes lo conocen, afirman que no lo haría si no tuviera posibilidades.
Es obvio que, por los métodos tradicionales de elección interna —e incluso externa—, las posibilidades de Serrano por acceder a esa posición serían muy difíciles, por no decir que nulas. Alinear primero a todas las corrientes perredistas a su favor y después lograr que la ciudadanía lo apoyara en las urnas, sobre todo siendo parte de un gobierno tan desacreditado, sería una empresa más que complicada.
Si lo es para alcanzar una candidatura al Senado, cuanto y más no lo sería para lograr la candidatura a gobernar la capital del país. ¿Entonces por qué el titular de Movilidad daría un giro a sus aspiraciones? Pues porque ya sabía —de hecho fue parte del tejido— que se estaba gestando la formación de un Frente Amplio Democrático que busca integrar a varias fuerzas políticas y sociales del país y de la CDMX, a fin de ir juntos en las elecciones del próximo año.
Aun así, el camino de la candidatura del llamado FAD sería muy complicado, pues los partidos y organismos se han pronunciado por, de preferencia, candidatos ciudadanos.
¿Entonces cuál sería la apuesta? Muy sencillo: tanto para él como para Mancera es vital lograr un acuerdo a fin de que haya gobiernos de coalición, donde, en caso de ganar, todos los participantes aseguren un puesto en la siguiente administración.
La idea es ganar o mantener el gobierno, tanto local como federal, y que pase “a segundo término” el candidato. Que éste sea quien les pueda garantizar el triunfo y el acceso a una rebanada del pastel. Todo el mundo sabe que Serrano tiene cierta influencia no sólo en el PRD capitalino sino con los líderes de otros partidos, por lo que lograr un acuerdo con ellos no estaría del todo descabellado.
Es decir, si todos se sientan en una mesa, dibujan un mapa, delimitan territorios, firman acuerdos de reparto y deciden jalar al mismo lado, seguramente obtendrían una respuesta satisfactoria.
Si es gobierno de coalición y no una simple alianza en la CDMX, el requisito de que el candidato sea un ciudadano independiente podría pasar a segundo término y ahí es donde Héctor se podría colar.
Ésa es la jugada del secretario de Movilidad, similar a la estrategia que Mancerabusca con el Frente a nivel nacional, donde puede venderse incluso como “ciudadano”, al no pertenecer oficialmente a ningún partido.
CENTAVITOS… Por cierto, el PRI tampoco se quedaría fuera de la jugada, pues, aunque oficialmente no podría ser aceptado en este Frente Amplio, ya mandó a sus escuderos del Verde Ecologista a coquetear con los probables frentistas para que al menos los tricolores estén representados por los verdes… Y hablando del PRI, muy animado se vio ayer al diputado local José Encarnación Alfaro en larga plática con la exgobernadora yucateca Ivonne Ortega, quien en las últimas semanas se ha rebelado contra su dirigencia nacional. ¿De qué hablarían tanto tiempo estos dos tricolores en un restaurante de la Plaza Tolsá, al mismo tiempo que, a un lado, Mancera entregaba el recién remodelado Caballito de Tolsá?
http://www.excelsior.com.mx/opinion/adrian-rueda/2017/06/29/1172595
