POR: EDUARDO SANTILLÁN
La Constitución de la Ciudad de México establece la figura de la muerte digna, al señalar que el derecho a una vida digna, contiene implícitamente el derecha a una muerte digna y que se respetará en todo momento el derecho a la libre autodeterminación del paciente de someterse o no a los procedimientos médicos que pretendan prolongar de manera innecesaria la vida, protegiendo en todo momento su dignidad.
Evidentemente en la Primera Legislatura del Congreso de la Ciudad de México, será uno de los principales temas de debate, por la enormecarga emocional, religiosa y social que conlleva.
Por eso mismo es necesario precisar los alcances de este derecho y su diferencia con otras figuras jurídicas como la voluntad anticipada y el suicidio.
Este derecho lo que pretende garantizar la decisión libre de un enfermo en una etapa terminal de si es su voluntad vivir una agonía larga o dolorosa o si por el contrario decide autorizar la aplicación de determinados medicamentos que aceleren la muerte y con ello evitar el dolor físico y emocional que implica una agonía.
Su diferencia con el suicidio es la existencia de una enfermedad en etapa terminal, la muertedigna es una decisión de cómo morir, en el caso del suicidio la voluntad es simplemente de quitarse la vida; en el caso del suicidio asistido
una persona ayuda a la persona que decide quitarse la vida sin que exista una causa legal que ampare esa conducta; en el caso de la muerte digna el personal médico que participa lo hace en el ejercicio de un deber que está marcado con claridad en la legislación.
El concepto de eutanasia proviene de dos vocablos “eu”, que significa bien y “tanathos” muerte, es decir significa la buena muerte y se aplica a las acciones u omisiones que acelera la muerte de un paciente desahuciado con el
propósito de evitar el dolor y el sufrimiento innecesario.
Por su parte la voluntad anticipada es un acto jurídico por el cual una persona establece su voluntad de ser sometida o no a tratamientos o procedimientos médicos que pretendan prolongar su vida y que deberá ser utilizada cuando no se encuentra en posibilidad de expresar su voluntad.
Habiendo hecho estas precisiones de conceptos podemos establecer entonces los elementos de una muerte digna.
1. La existencia de una enfermedad en etapa terminal, cómo puede ser el cáncer, es decir cuando médicamente se ha establecido que no es posible la cura de la enfermedad y que es previsible la muerte del paciente, que en la mayoría de los casos lleva implícito un proceso de mucho dolor físico, una carga emocional muy grande y la pérdida sustancial de la calidad de vida durante esos últimos días, semanas o meses.
2. La voluntad informada y consciente del paciente, es decir a diferencia de la voluntad anticipada, aquí el paciente tiene plena consciencia de su situación y toma la decisión de no prolongar su agonía, evitar el dolor y para ello autoriza el suministro de determinados medicamentos que permiten acelerar la muerte; evidentemente debe existir el dictamen médico que garantice ese estado de consciencia y la presencia de un fedatario público.
3. La autorización legal al personal médico para que lleve a cabo el suministro de los medicamentos y la realización de los procedimientos médicos necesarios para acelerar o inducir la muerte del paciente; garantizando en todo momento la objeción de conciencia de médicos y enfermeras.
Esta será sin duda una de las principales aportaciones legislativas del congreso de la Ciudad de México y permitirá que en una ciudad de derechos y libertades las personas puedan evitar la agonía y el dolor innecesario.
Se abrirá un intenso e interesante debate ético, religioso, social y cultural; escucharemos todas las voces. Lo cierto es que resulta paradójico que somos una sociedad en la que culturalmente nos reímos de la muerte, la hacemos azúcar y la comemos; pero que no tenemos una cultura que nos prepare para enfrentar de manera adecuada los últimos momentos de la existencia que nos permitan hacerlo con la dignidad que merecemos.
