Adrián Rueda
Más que una simple rebelión de policías federales a integrarse a la Guardia Nacional, con el pretexto de no perder sueldos, bonos y otras prestaciones, lo que pasó ayer en el centro de mando de Iztapalapa y otras ciudades del país refleja una gran complejidad.
Integrantes de la Policía Federal no quieren integrarse al nuevo cuerpo de seguridad por la sencilla razón de que no desean trabajar con las Fuerzas Armadas. Su enemistad es legendaria: ni se quieren ni se respetan.
Por mucho que se diga que es un cuerpo civil, la Guardia Nacional es militar y ahí está el problema, pues un soldado o marino jamás va a permitir que un civil le dé órdenes; a los policías federales los ven con un rango mucho menor.
Y peor aún, luego de la desafortunada declaración de YSQ, al decir que la Policía Federal “se echó a perder” porque los tenían cuidando oficinas o a funcionarios, cuando muchos de ellos dieron sus vidas por los ciudadanos en el campo de batalla. ¿Qué pensarán sus familiares?
Si esto es a nivel federal con uno de los mejores cuerpos policiacos, que es la Policía Federal, ya se puede ir previendo lo que le espera de la Guardia Nacional en la Ciudad de México, donde fue metida con calzador y sin un marco operativo claro.
Quienes llegarán a la capital son militares y marinos, con una formación y disciplina sólidas, y ni modo que acepten trabajar con Jesús Orta Martínez, a quien ni su propia tropa toma en serio, o con la procuradora Ernestina Godoy, que, según ella, no sabe ni en qué día vive.
Pensar en eso es ofensivo para las Fuerzas Armadas, por eso, si en verdad Claudia Sheinbaum quiere obtener logros, debe correr ya tanto a Orta como a Godoy, porque está visto que ni traen el mando ni tienen idea de qué hacer.
La jefa de Gobierno tiene que ser más seria, pues cómo es posible que mientras anuncia que en Iztapalapa ya patrullan los primeros 450 elementos, la alcaldesa Clara Brugada —por cierto, de Morena— salga a decir que eso no es cierto y que aún no hay condiciones.
La ciudadanía sigue perdiendo confianza y esa no se recupera; lo peor, estas acciones pueden desprestigiar a la Guardia Nacional y desacreditarla.
Por eso, si Sheinbaum no toma en serio la oportunidad que representa el apoyo federal en materia de seguridad, puede estar cavando su tumba política, a donde seguramente no la acompañarán Orta y Godoy.
CENTAVITOS
Aunque parece que siempre está dormido con los ojos abiertos, o incluso que deja de respirar por algunos periodos, el diputado Jesús Martín del Campo dicta, tras bambalinas, una línea clara a sus colegas: “Avísale a los pinches pendejos de la negativa al hijo de su chingada y puta madre del pendejete ése”.
Martín del Campo, presidente de la Mesa Directiva, se refería a que les ordenaran a los morenos desechar un punto de acuerdo propuesto por el perredista Jorge Gaviño.
El moreno no contaba con que la transmisión estaba pasando en directo por internet y que su mensaje quedaría grabado para la posteridad. No estaba muerto, andaba de…
