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Los 30 millones de votos

En lugar de giras “timbiriche” del adiós y luego de agradecimiento, Andrés Manuel López Obrador y su equipo debieron de haberse enclaustrado para planificar cómo llevar a la práctica todas sus promesas de campaña, y las que no, pero que debieron haber surgido en su recorrido por el país.

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Hugo Morales Galván

En las elecciones de julio pasado, voté por opciones distintas a Morena. Fue un sufragio diferenciado. Sin embargo, en las elecciones vecinales, y para el Congreso de la Ciudad de México, voté por Morena porque me pareció necesario contribuir al equilibrio de las fuerzas políticas e impedir la voraz corrupción política y económica fomentada por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), que gangrenó gobierno y movimientos sociales, contaminando toda genuina participación social.

En las presidenciales me identifiqué con plataformas distintas a las de Andrés Manuel López Obrador (AMLO). No oculté mi desencanto político con los resultados. Pero no podré tapar ni con los cinco dedos de una mano, que más 30 millones de votos son más 30 millones de votos, imposibles de alcanzar aun y cuando las otras candidaturas hubieran decidido declinar uno tras otro. Nadie podría arrebatarle el triunfo a López Obrador. Y con él, la ola política que inundó al país en gobiernos estatales, municipales y el Poder Legislativo.

Andrés Manuel López Obrador será el Presidente de la República y Jefe del Estado mexicano durante los próximos seis años. En un proceso electoral se gana y se pierde. AMLO ganó. Punto. Representa a quienes votaron a su favor, y a quienes no lo hicimos. Así es la democracia, nos guste o no.

No he perdido oportunidad de criticar lo que creo que son debilidades suyas y las de sus seguidores. La boda de César Yáñez; el siempre no retiro de las Fuerzas Armadas en tareas de Seguridad Pública; la disparatada descentralización administrativa; la reducción salarial en el servicio público en sectores que no son los que se han enriquecido y corrompido de manera grosera; los fallidos foros de pacificación; un actor inculto como presidente de una comisión legislativa de cultura y otro de medio pelo, para dirigir las políticas deportivas. En fin, sería larga la lista. Son ejemplos.

Pero hay una en particular en la que pongo atención, y porque de ella, se derivarán otras más, reflejo de la inseguridad de un personaje con más de 20 años en campaña política: la consulta sobre el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México (NAIM).

En lugar de giras “timbiriche” del adiós y luego de agradecimiento, Andrés Manuel López Obrador y su equipo debieron de haberse enclaustrado para planificar cómo llevar a la práctica todas sus promesas de campaña, y las que no, pero que debieron haber surgido en su recorrido por el país.

Lejos de ello, hemos estado expuestos a un vaivén verbal de ocurrencias y dislates. Un conjunto de desaciertos no sólo del Presidente Electo, sino también de su equipo de novatos y no tan novatos. Personajes que nunca han estado al frente de una encomienda como la que significa dirigir los destinos de una de las 15 economías del mundo; 120 millones de personas; un territorio con los más altos niveles de violencia criminal, cientos de miles de víctimas y familiares; y que, al menos en lo periodístico, los crímenes de comunicadores que coloca a México sólo después de Siria.

¿Para que sirven más de 30 millones de votos? Tomo el dato, una vez que en las redes sociales cualquier atisbo de crítica al futuro Presidente de la República busca ser acallada por sus simpatizantes que enrostran los sufragios conseguidos.

Los votos conseguidos alcanzan al Presidente Electo para: 1. Decidir el futuro del NAIM sin consulta ilegal. No son autoridad aún. La Constitución Política, establece ese requisito para una consulta vinculante. 2. Para decidir la construcción del Tren Maya, aun y sin la opinión de especialistas, no obstante el daño ambiental que puede ocasionar. 3. Abrogar la Ley de Seguridad Interior. 4. Apoyado por especialistas y su equipo, iniciar el retiro gradual de las Fuerzas Armadas de Tareas de Seguridad Pública, como lo piden las OSC´s y el sistema internacional e interamericano de Derechos Humanos. No se trata de dejar desprotegida a la población donde la violencia criminal rebasó a las autoridades estatales y municipales, sino de trazar la ruta para alcanzar un México pacífico y democrático. 5. Detener la disparatada idea de descentralizar la administración pública sin reparar en el daño que ocasionará a servidores públicos y familias completas, amén de los problemas en las entidades carentes de infraestructura y de servicios.

Los 30 millones de votos sirven para hacer de la legalidad y la comprensión política la piedra angular de un gobierno de nuevo tipo. Para eso sirven. Ojalá entiendan.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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