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Capital Político

Los caciques agachones del PRD

¿De plano nadie creció tanto como para que pueda aspirar a representarlos con dignidad?

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Vaya tristeza que tras el anuncio de que el PRD buscará una alianza con el PAN para 2018, a nadie de los amarillos le haya pasado por la cabeza que, al menos, en la Ciudad de México el candidato tendría que ser un orgánico del partido y no un externo.

Porque ni en 1997, cuando ganaron la capital del país con Cuauhtémoc Cárdenas, han lanzado a alguien de las bases perredistas, que en realidad son los que le han dado fuerza y estructura al sol azteca para que se mantenga desde entonces en el gobierno local.

Después de Cárdenas, que duró un poco más de un año, cerró esa administración Rosario Robles, quien estuvo casi dos años, pero llegó en carácter de designada, no por la vía de las urnas.

En 2000 llegó Andrés Manuel López Obrador y cerró el último año Alejandro Encinas también por encargo. En 2006 el elegido fue Marcelo Ebrard y seis años más tarde Miguel Ángel Mancera.

Los tres primeros son expriistas y el último se declaró “ciudadano”, pero ninguno orgánico del partido y por lo que se ve, tampoco ahora están viendo hacia adentro de sus filas.

¿Pues qué de plano el PRD no tiene a alguien de casa presentable, o nadie creció tanto como para que pueda aspirar a representarlos con dignidad el año entrante en la CDMX?

O lo que es peor, ¿se tendría que cambiar a Morena para que entonces sí lo consideren con los tamaños para buscar la candidatura, como el mediocre Martí Batres, quien fue gato de muchos de ellos y hoy aspira a gobernarlos luego de ser purificado?

Ese partido tendría que voltear primero hacia su cantera en lugar de andar esperando eternamente a Juan Ramón de la Fuente. O más, recientemente, al doctor Armando Ahued o al secretario de Desarrollo Económico Salomón Chertorivski.

Incluso a otro expriista como el secretario de Movilidad, Héctor Serrano. Por qué no probar con algunos de sus cuadros aún jóvenes, que ante la falta de una salida se han eternizado en sus territorios hasta convertirse en caciques, como Leonel Luna en Álvaro Obregón, Julio César El Nenuco Moreno en Venustiano Carranza o Víctor Hugo Lobo en GAM, por ejemplo.

Habría que revisar quién de ellos ha hecho buen gobierno, ha dejado beneficios a sus gobernados y tiene menos negativos de las autoridades fiscalizadoras, para ver si alguno da el ancho antes de andar buscando afuera.

Porque seguro a esos caciques no les encanta la idea de que, eternamente, tengan que seguir haciendo el trabajo rudo y hasta sucio en los territorios, para que otros que no se ensucian ni los zapatos lleguen a con la mesa puesta y ocupen en lugar de honor.

Son tan tontos y soberbios que prefieren dejar pasar a alguien más, antes de que uno de ellos tome ventaja del otro. De ahí se aprovechan sus dirigentes para imponerles gobernantes que, en el mejor de los casos, acaban desconociendo al partido y operando contra ellos.

¿Acaso les dará miedo sublevarse?

CENTAVITOS… Aunque nadie le daba posibilidad alguna de ser candidato presidencial, con el hundimiento de una parte del Paso Exprés de Cuernavaca, que dejó dos muertos, también se hundió la carrera del gobernador perredista de Morelos Graco Ramírez, quien ha resultado bastante peor que el gobierno priista de Jorge Carrillo Olea, por ejemplo, contra el que marchó y luchó para que fuera destituido. Secuestros, asesinatos, corrupción, crecimiento del crimen organizado, falta de desarrollo y ahora dos integrantes de una familia muertos por negligencia tendrían que ser suficientes para cavar la tumba política del tabasqueño avecindado en Morelos.

http://www.excelsior.com.mx/opinion/adrian-rueda/2017/07/13/1175320

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