La inminente renuncia de Miguel Ángel Mancera en marzo ha agitado el avispero en el gobierno de la CDMX, donde más de uno ya le empieza a jugar las contras a José Ramón Amieva, quien se muere por ser el sustituto.
Todo mundo recuerda que luego de quedar fuera de la contienda presidencial, Mancera hizo berrinche y dijo que su lugar estaba junto a los ciudadanos afectados por los sismos, y que prefería quedarse en la Jefatura de Gobierno para encabezar la reconstrucción.
El tema está muy lejos de ser solucionado, pero el funcionario ya decidió que en marzo se va. El que llega tendrá que llevarlo a cabo porque a más de cuatro meses de la tragedia, la solución sigue pendiente.
Con la ambición de seguir en la administración pública el próximo sexenio, el jefe de Gobierno impidió que sus funcionarios que aspiran a una candidatura renunciaran a finales de este mes, pues los necesita al menos durante todo febrero.
Su círculo más cercano ya sabe que Mancera se dedicará a promover la candidatura de Ricardo Anaya por el frente en todo el país, aprovechando las relaciones que como presidente de la Conago pudo hacer regalando cunas y patrullas en varios estados.
Por supuesto que no se integrará al equipo de campaña del panista, pero sí se moverá por su cuenta. Lo mismo hará en la CDMX para promocionar la candidatura de Alejandra Barrales como aspirante a sucederlo en el gobierno capitalino.
Quizá las intenciones de Mancera sean las de ayudar a Barrales, pero en el equipo de la suspirante perredista tienen claro que lo que más les conviene es poner distancia con todo lo que signifique la actual administración, tan mal calificada por los ciudadanos.
Si la propia Alejandra ha dicho que de ninguna manera representa el gobierno de la continuidad y que revisará todo lo que se ha hecho mal para corregirlo, es ilógico que quieran que haya cercanía del jefe de Gobierno.
Temen que les pueda heredar los negativos, pero de momento se tienen que aguantar, pues los abundantes recursos de la CDMX aún los maneja el gobernante y quiere dejarlos en manos de quien le responda a él.
Es aquí donde sale a relucir Amieva como viable sustituto, aunque las tribus y dicen que hasta el propio gobernante tiene serias dudas de su lealtad, porque nadie olvida que es un elemento formado por Alejandro Encinas.
Y como Encinas —proyectado por Mancera para liderar la Asamblea Constituyente que aprobó la Constitución Política de la CDMX— los traicionó y se fue con Claudia Sheinbaum, las dudas crecen.
Sobre todo porque Morena garantizará a Encinas el número de los plurinominales para el primer congreso de la capital, con el pretexto de que serán los nuevos diputados quienes armonicen los artículos constitucionales con las leyes de la ciudad.
Y qué mejor que sea uno de los que crearon la Constitución, por lo que ven como un riesgo si Amieva los traiciona y se alía con su expatrón.
CENTAVITOS… Dicen en la administración capitalina que donde las cosas siguen patas hacia arriba es precisamente en el tema de la reconstrucción. Lo que ahí impera es la falta de coordinación de los esfuerzos y en las reuniones con el jefe de Gobierno, los responsables traen datos encontrados sin posibilidad de cotejarlos, pues la mayoría anda distraído con el proceso electoral. Más de uno sigue pensando que hace falta crear un organismo autónomo —con dientes— para que lleve a cabo la reconstrucción, independientemente de las elecciones.
http://www.excelsior.com.mx/opinion/adrian-rueda/2018/01/26/1216154
