Mercado de San Juan, entre lo exótico y lo citadino

Historias de comal / Gourmet de México

Le llaman gourmet porque tienen varios lugares en los cuales es posible comer tapas acompañadas de vino tinto. Se trata de un tentempié poco común para estar en un mercado; sin embargo, allí comer provolone, Grana Padano, jamón serrano con aceitunas en baguette o beber un cabernet de garrafa es cosa de todos los días.

Dicen que es nais porque venden carne de león, y hay hasta quien osa tener sobre su vitrina una leona disecada, justo a unos metros de una pequeña hamburguesería en la cual el cocodrilo, la avestruz y el jabalí están presentes.

El mercado de San Juan empieza su día recibiendo camionetas repletas de lechones, cabritos y conejos que aún portan su abrigo natural.

Hace 100 años resultaba distinto, o al menos eso cuenta Sergio Martínez, uno de los pescadores, quien recuerda que su madre y su abuela también eran comerciantes en este sitio. Es un señor de raíces españolas, de Santander, tierra cantábrica de excelente queso Tresviso, sardinas con sofrito de jitomate, pan rallado y perejil. De su origen sólo le queda la percha, pues su acento es neutro, y asegura que viene de Alvarado, Veracruz.

CARACOLES, ALACRANES, Y HASTA AVESTRUCES…

Aquí las cosas exóticas son varias, desde luego unas menos comunes que otras. Aquí figuran los alacranes duranguenses, alimañas estáticas y güeras de cola puntiaguda y crujiente en posición de ataque.

Un “manjar”, según los vendedores, que se prepara al ajillo, en tacos o capeado. También los cascarones son aprovechados; los de avestruz, por ejemplo, después de sacarles la yema y la clara, son pulverizados para utilizar su calcio en batidos o como sazonador de ensaladas.

En este lugar, las islas de frutas y vegetales poseen la majestuosidad de enormes bodegones que no deberían ser alborotados, entre flores, hongos deshidratados y caracoles. También sobresale una coliflor de tallos tan esponjados y delgados que parecen ramilletes de nubes. Tanto colorido despierta el hambre, dan ganas de echarse un taco.

Sitio peculiar es la nueva cevichería sinaloense, estruendosa por la música de la Arrolladora y con tostadas listas para el aguachile, que en compañía de una cheve va de maravilla. Pero nada mejor que unas buenas ostras con sal y limón para comenzar la tarde de un fin de semana cualquiera dentro de San Juan.