Luego del conflicto suscitado por la imposición de Claudia Sheinbaum como aspirante al Gobierno de la CDMX, Morena está convertido en una auténtica pachanga, donde ya no se sabe si son de chile, de dulce o de manteca.
Con tal de jalar votos y recursos, los morenos han abierto sus puertas a todo el que quiera convertirse en defensor de la Patria, sin importar que su negro pasado, e incluso su presente, les debería impedir ser siquiera escuchados.
A estas alturas del partido, y luego de que todo el mundo ya se dio cuenta que las reglas internas del partido pueden ser violadas para acomodar a los amigos y súbditos del líder como se le antoje, Morena es visto como una agencia de colocaciones.
Al interior hay una gran desilusión entre los fundadores, porque están viendo que cada vez más perredistas de medio pelo —y hasta sin pelo— llegan exigiendo las candidaturas que en el sol azteca les fueron negadas.
Ejemplos, hay muchos, pero quizá hay que destacar uno por cómico: Elías Moreno Brizuela, veracruzano que nunca ganó una elección ni de manzana y cuyo mayor mérito es haber sido “gato” de Marcelo Ebrard, ahora lanza su apoyo a Andrés Manuel López Obrador.
Dice que tiene una asociación civil en la CDMX, con cuatro mil integrantes, y que la pone a disposición del tabasqueño para que gane la Presidencia de la República; claro, a cambio de que no se cierre a invitarles algunas posiciones como candidatos a algo.
De no ser porque es de risa loca, sería trágica la declaración de Moreno Brizuela, otro de los huérfanos de Ebrard que ni con todo el dinero y la estructura del entonces GDF pudo armar la red distrital que le encargó, entonces, su jefe.
Quienes lo conocen dicen que es muy poco afecto al trabajo y más bien amante de la vida parasitaria; no representa a nadie.
Contario a René Bejarano, por ejemplo, quien también es un oportunista, pero hay que reconocer que trabaja como pocos, que le cranea a eso de la estrategia, y que tiene relaciones de todo tipo para solucionar casi cualquier problema.
El asunto es que llega cuando ya la mesa está casi puesta y va por los lugares de quienes antes fueron sus sirvientes. La llegada de él y otros caciques del PRD a Morena ha causado verdadera molestia y desilusión en las bases, que ven cómo su sueño peligra.
Y mientras al interior del partido de López Obrador crece la zozobra por la indefinición de las candidaturas y la llegada de más foráneos, en el sol azteca pasa algo similar con la probable integración de morenistas que quieren desmarcar con Ricardo Monreal.
Como quiera, el chiste es que en Morena hay una verdadera pachanga y que el engrudo ya se les empieza a hacer bolas.
CENTAVITOS… Y para seguir con las noticias cómicas, ahora resulta que el diputado Carlos Candelaria renunció al PES por no coincidir con su dirigente nacional, Hugo Eric Flores. Tan distraído andaba Candelaria haciéndole la barba a Monreal en Morena, que no se dio cuenta de que desde hace varios días ya le habían cortado la cabeza, que su renuncia ya no era necesaria. Y lo peor para él es que si sus aspiraciones de que le arrojaran un hueso las fincaba en Iztapalapa, se puede ir despidiendo, pues ahora su exconcuño y benefactor, Jesús Valencia, es quien lleva la relación con Clara Brugada y Carlitos no está en la agenda… Ah, y tampoco podrá hablar contra Mancera en su Informe —como quería hacerlo—, pues ya no es el coordinador del PES en Donceles. ¡Ups!
http://www.excelsior.com.mx/opinion/adrian-rueda/2017/09/13/1188001
