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Investigación

No sólo los autos contaminan, pero quién vigila

Entre las acciones ‘prohibidas’ durante la Fase I de Contingencia Ambiental están el pintado de vehículos en la vía pública; sin embargo, esos trabajos siguen realizándose.

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Por Jorge X. López

Desde el primer momento de la activación de la Fase I de Contingencia Ambiental, la Comisión Ambiental de la Megalópolis (CAMe) da a conocer las acciones a seguir, prohibiciones y recomendaciones a la población.

Con la activación de la Fase I entra en operación el Programa para Contingencias Ambientales Atmosféricas (PCAA) que es un conjunto de medidas que se aplican con el propósito de reducir los niveles de contaminación por ozono y PM 10.

Entre algunas de las “medidas aplicables en servicios” que indica este programa figuran la no quema de cohetes ni fuegos artificiales; suspender las actividades de pavimentación, bacheo y reencarpetamiento; suspender las actividades de pintura de tránsito, balizamiento, así como las obras y actividades que obstruyan o dificulten el tránsito.

También dice, entre otras acciones, que “se suspende el pintado de vehículos en la vía pública, mobiliario y equipos a cielo abierto, así como en instalaciones sin caseta y sin control de emisiones”.

Pero no se aclara en el documento qué dependencia es la encargada de vigilar que estas acciones se cumplan.

El PCAA aplica para las 16 delegaciones de la Ciudad de México y 18 municipios en el Estado de México.

Reparaciones y contaminación sin control

El Influyente recorrió una de tantas calles donde a diario se realizan decenas de reparaciones de hojalatería y pintura en autos.

En la Calzada San Agustín, en el municipio de Naucalpan, Raúl, un joven hojalatero de 23 años de edad comenta que en ocho años que lleva encargado en el negocio de su papá, jamás nadie les ha pedido, exigido, sugerido o sancionado por trabajar durante contingencias ambientales.

“Aquí somos unos 80 o 100 negocios más o menos, y nunca ha venido nadie a decirnos que dejemos de trabajar por eso de la contaminación, sólo una vez vino el municipio y se armó una bronca porque no nos dejaban trabajar, pero eso fue porque querían que tuviéramos licencia de funcionamiento.”

Raúl, hojalatero.

Raúl intuye que lo que su negocio, o el de cualquiera de sus compañeros en la Calzada San Agustín contribuye para la contaminación del aire no significan nada en comparación con lo que emiten las industrias.

Despreocupado, pinta los autos de sus clientes sin ningún tipo de protección, sin saber que la pintura que utiliza contiene Compuestos Orgánicos Volátiles (COV), los cuales pueden ocasionar daño neurológico, son altamente tóxicos, además de que generan efectos cancerígenos.

Hace 11 años, el Centro Mario Molina elaboró un proyecto de Políticas y Estrategias para el Mejoramiento de la Calidad del Aire que presentó a la entonces Comisión Ambiental Metropolitana.

En ese documento, de 334 páginas, dedica un apartado a los COV y sugería, desde entonces, el empleo de pinturas de altos sólidos, y de técnicas más eficientes, además de la aplicación de pinturas en casetas cerradas provistas con equipos de control de compuestos orgánicos volátiles.

Pedía que las agencias automotrices y talleres establecidos iniciaran el uso de estas técnicas, y para los usuarios particulares que pintan en la calle, el control podía generarse al limitarles la venta de productos e impulsando un mercado para el arrendamiento de instalaciones de aplicación de pintura a costos accesibles.

A más de una década de estas propuestas, ni gobiernos, ciudadanos o industria, han hecho esfuerzos para siquiera acercarse a un control mínimo de las emisiones a la atmósfera de los Compuestos Orgánicos Volátiles.

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