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CDMX

PARTÍCULA PM 2.5, VIEJA CONOCIDA EN LA CDMX

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El pasado 13 de mayo, la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, anunció que se incluiría en la medición de contaminantes de la Ciudad la partícula PM 2.5, y que se endurecerían los parámetros considerados para determinar una alerta ambiental, o incluso una precontingencia para no esperar a que se registren los 150 puntos de partículas de este tipo y hacer una declaratoria de contingencia. A la mandataria se le olvidó que desde que ella fungía como secretaria de Medio Ambiente se realizaba la medición de esta partícula.

En 2003 comenzó el monitoreo de esta partícula dañina para el ser humano, como lo demuestra el Informe Anual 2015 de la Situación del Medio Ambiente en México publicado por la Semarnat, con respecto a los días con buena calidad de aire por PM2.5, donde se puede observar que las dos ciudades con el monitoreo más prolongado de este contaminante son el Área Metropolitana de Monterrey (AMM) y la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM), incluida la Ciudad de México.

Por cierto, en el año 2000 la CDMX tuvo 69 días con buena calidad de aire por la partícula PM 2.5, y alcanzó su pico más alto en el año 2010, con 245 días con índices aceptables de esta partícula, con un decremento en el 2013 y con 176 de 365 días, según datos de la Coordinación General de Contaminación y Salud Ambiental y la Semarnat, en junio de 2015.

¿QUÉ SON LAS PM2.5?

Después del ozono, las partículas menores a 2.5 micrómetros (PM2.5), partículas suspendidas, son las responsables del mayor número de días con una calidad del aire desfavorable en la Ciudad de México y su área metropolitana. La exposición a altas concentraciones de este tipo de partículas implica un riesgo importante para la salud humana. La actualización de la NOM-025-SSA1-2014 disminuyó los valores límite para los promedios de 24 horas y anual con concentraciones de 45 y 12 µg/m3, respectivamente.

Las PM2.5, conocidas también como fracción fina, son generadas principalmente durante procesos secundarios (diurnos y nocturnos) en la atmósfera, e involucran a los gases y aerosoles emitidos principalmente por las fuentes de combustión. Se sabe que un porcentaje importante de la fracción fina, entre un 60 a 80% es de origen secundario.

Por la importancia que tiene esta fracción para la salud humana la generación de políticas ambientales deberán priorizar la reducción de los principales precursores de los aerosoles secundarios (óxidos de azufre y de nitrógeno, amoniaco y compuestos orgánicos volátiles).

En 2016, en la Ciudad de México, la estación de monitoreo Merced reportó el máximo de los promedios anuales con valores de 52, 25 y 27 microgramos por metro cúbico, respectivamente. En el caso de PM2.5, los promedios anuales fueron relativamente homogéneos en el territorio de la CDMX. Es importante resaltar que el mayor número de sitios para la medición de PM2.5 se encuentran en la Ciudad de México.

Actualmente, en México no existe una normatividad técnica que establezca las características de diseño, desempeño y manejo de datos necesarios para el monitoreo con métodos de referencia o equivalentes -manuales o automáticos-. La única norma técnica disponible aplica a Partículas Suspendidas Totales (PST) utilizando un método manual; sin embargo, la última revisión de la norma de salud eliminó a las PST como indicador de calidad del aire.

El hecho de que no se cuenta con normatividad federal para el monitoreo de PM10 o PM2.5 motivó a que en la Ciudad de México se decidiera por el uso de Métodos de Referencia (de la US EPA) para obtener los datos que son empleados para la evaluación de las normas de salud para PM10 y PM2.5.

Sin embargo, al tratarse de métodos manuales, los resultados no pueden emplearse en el reporte en tiempo real, en este caso, se utilizan instrumentos continuos con la designación de Método Equivalente de la US EPA La Red Automática de Monitoreo Atmosférico (RAMA) realiza el monitoreo continuo de las fracciones PM10, PM10- 2.5 y PM2.5. Este año, los promedios anuales en la zona metropolitana fueron 43, 20 y 23 microgramos por metro cúbico (µg/m3), respectivamente.

En la Ciudad de México, los promedios anuales fueron 38, 17 y 22 microgramos por metro cúbico, respectivamente. Las concentraciones máximas para el promedio de 24 horas de las tres fracciones se observaron en la zona conurbada del Estado de México, con un valor de 178 µg/m3 para PM10 (el 25 de diciembre, en Villa de las Flores), 92 µg/m3 para PM10-2.5 (el 29 de diciembre, en San Agustín) y 112 µg/m3 para PM2.5 (el 1 de enero, en Xalostoc).

FLOTANDO EN EL HUMO

La cuenca de México es una región en la que las condiciones ambientales para el desarrollo de una gran ciudad son desfavorables por naturaleza. Con velocidades de viento sumamente bajas, sin la presencia de ríos cercanos, en un área de alto riesgo sísmico y ubicada sobre el lecho lodoso de un antiguo lago, la Ciudad de México enfrenta riesgos ambientales de gran magnitud. Las autoridades no desconocen esta situación.

Ya desde la publicación de la Ley Federal para Prevenir y Controlar la Contaminación Ambiental en el Diario Oficial de la Federación (DOF) del 23 de marzo de 1971, la primera medida en la materia establecía normas obligatorias para el mejoramiento, conservación y restauración del medio ambiente, así como sanciones para los infractores. De esa fecha hasta nuestros días, parece que todos los intentos por legislar en materia ambiental han resultado infructuosos por la nula capacidad del propio Estado, tanto a nivel local como federal, para vigilar y castigar correctamente a los enemigos del medio ambiente en nuestro país. El resultado son 48 años perdidos para la conservación equilibrada entre los cohabitantes de la Ciudad de México y su entorno.

Con la llegada del nuevo gobierno emanado de la llamada 4T, las expectativas en materia ambiental crecieron, ya que se contaba no sólo con una Jefa de Gobierno doctorada en la materia, sino con un gabinete conocido como “científicos”, pero la persistencia de las malas condiciones atmosféricas en el Valle de México ha expuesto la insuficiencia de las medidas previstas para este tipo de eventos, así como una falta de armonía entre las autoridades involucradas.

La Organización de las Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud informaron que más de 60 por ciento de los contaminantes de la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) son emitidos por los vehículos automotores, de los cuales hay alrededor de 5 millones y medio en uso. Mientras que el 18 por ciento del dióxido de carbono (CO2) que se emite al medio ambiente es producido por los vehículos y el transporte público, siendo éste uno de los Gases de Efecto Invernadero (GEI) más peligrosos.

Debido a la contingencia ambiental calificada como extraordinaria, que vivió la capital del país toda la semana pasada, ésta se logró posicionar como una de las ciudades con peor calidad de aire junto con la India, Sudáfrica y Turquía, según el índice del mapeo del proyecto World Air Quality Index, que analiza más de 10 mil puntos urbanos alrededor del mundo. Situación que no vivíamos desde la década de los 80.

La medición internacional colocó el viernes pasado a la capital de la República Mexicana como el primer lugar, superando a la India, China, Sudáfrica y Turquía, aunque después de las 17:00 horas del pasado viernes, cuando se realizó esta medición, descendió a la tercera posicion con peor calidad de aire sólo detrás de China y Turquía.

World Air Quality Index utiliza la Escala de Calidad de Aire (AQI) con base en la norma de la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos, el cual se basa en la medición de partículas PM2.5 y PM10, ozono, dióxido de nitrógeno y otros gases.

Dicha escala de medición va de los 0 a los 500 puntos, donde 0-50 se considera buena, del 50-10 resulta una escala moderada; 100-150, no saludable para grupos vulnerables como niños o adultos mayores y; del 150-200, es considerada insalubre.

Alrededor de las 18:00 horas del viernes 17, cuando todavía nos encontrábamos en las primeras posiciones del ranking de peores puntos de concentración humana más contaminados, la Comisión de la Megalopolis (Came) informó que se suspendía la contingencia ambiental atmosférica extraordinaria aplicada en el Valle de México.

De acuerdo con la Comisión, la calidad del aire en la región mejoró su concentración de partículas PM2.5 a las 18:00 horas alcanzando un valor de 106 puntos en Nezahualcóyotl, Estad de México. Ese mismo día, el director de la Came, Víctor Hugo Páramo, explicó que para futuros problemas ambientales se realizan las revisiones pertinentes a los protocolos de actuación en la materia.

Aunque se liberó a la Ciudad de México de la presión médiatica, principalmente sobre los gobernantes y actores
politicos, luego de que se decretara el levantamiento de la contingencia, en Pachuca, Hidalgo, y su zona conurbana, parte de la región del Valle de México, continuó hasta el sábado 19 de mayo en Contingencia Fase 1.

LOS MISMOS CUENTOS

La Came activó el 14 de marzo de 2016 la primera fase de la contingencia en el Valle de México tras registrarse “una intensa radiación solar” y condiciones del aire “extremadamente malas” en algunas zonas, una medida que no se tomaba desde 2002.

Durante la contingencia ambientalde marzo de ese año, el entocnes presidente de México, Enrique Peña Nieto, mencionaba que la norma emergente de verificación debía “contemplar el uso de las mejores tecnologías disponibles a nivel mundial para garantizar bajas emisiones contaminantes de los autos en circulación”.

Mientras la contingencia ambiental sucedida del 14 al 17 de marzo de 2016, en la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, entonces Jefe de Gobierno, y su secretaria de Medio Ambiente, Tanya Müller, culpaban a los gobiernos vecinos del Estado de México, Puebla, Morelos, Hidalgo y Tlaxcala, e incluso a las condiciones meteorológicas y características topográficas de la propia ciudad de la grave contaminación, y no a la falta de políticas públicas para atacar el problema.

A lo que el entonces gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila, respondió cerrando los cuatro basureros donde la ciudad manda sus desechos. Problema que todavía persiste con la presente administración capitalina y que abona a la proliferación de contaminantes en el ambiente de la Megalópolis.

En 2016 se activaron las alertas por las condiciones atmosféricas que se vivían en la ZMVM, además de un incremento en el parque vehicular en circulación, debido a que se eliminó el año modelo como elemento para el otorgamiento de hologramas en la verificación vehicular. Nuevamente se sobrepasaron los 200 puntos IMECA y se decretó la primera contingencia Fase 1 después de 14 años.

SIEMPRE SE SUPO

Según el estudio Problemas Ambientales en la Ciudad de México, de la Universidad Nacional Autonoma de México (UNAM), la degradación de la calidad del aire básicamente radica en la existencia de cerca de 30 mil establecimientos industriales y en la presencia de alrededor de tres millones de vehículos automotores. Las emisiones de estas fuentes y las características geográficas y climáticas de la zona no permiten, en las condiciones actuales, garantizar una buena calidad de aire.

Los combustibles que se usan en la Ciudad de México son inadecuados: las gasolinas todavía tienen altos niveles de plomo, mientras que los combustóleos y el diesel lo tienen de azufre. Además, las tecnologías de los motores y quemadores son inadecuadas, y por ello resultan ser responsables, en gran medida, de los altos niveles de contaminación.

LA CONCENTRACIÓN DEL OZONO, LOS HIDROCARBUROS, LOS ÓXIDOS DE NITRÓGENO Y EL MONÓXIDO DE CARBONO SÓLO PODRÍA DISMINUIR SI SE MEJORARAN LAS GASOLINAS Y LOS PROCESOS DE COMBUSTIÓN.

La cantidad de partículas suspendidas en la atmósfera de la Ciudad de México es muy alta y tiene un alto contenido de azufre. La mayor parte de ellas proviene de fuentes que utilizan procesos ineficientes de combustión.

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