Carla María Petrella
En 1998 cuando Rosario Robles se convirtió en la primera mujer en gobernar la capital del país emprendió un gobierno controvertido que se dedicó a atender una serie de problemas que Cuauhtémoc Cárdenos no quiso hacer, por temor de afectar sus aspiraciones presidenciales.
Así, la entonces perredista inicio una serie de acciones que llamaron la atención, entre ellas la despenalización del aborto, el reordenamiento del comercio, la persecución del último regente priista, Oscar Espinosa Villareal, y sobre todo una serie de obras encaminadas a mejorar la calidad de vida de los capitalinos.
Su lema de gobierno fue “Para una gran ciudad, grandes acciones”, y en sus discursos siempre hizo énfasis en que su administración no realizaría acciones “de relumbrón”, como los gobierno priistas; por el contrario, (decía) sus programas y acciones “no se verían, pero se sentirían”.
Lo que en términos reales significó fue que su gobierno atendería lo que tenía años de estar abandonado: mantenimiento del drenaje profundo, un intenso programa de desazolve en avenidas primarias y secundarias para evitar inundaciones, un gran programa para tapar baches y para iluminar las calles de toda la ciudad.
La popular jefa de gobierno —que después se vería envuelta en diversos escándalos— señaló que el 40 por ciento del agua que se recibía por la red de la ciudad se desperdiciaba en fugas, y su respuesta fue lanzar un programa para ubicarlas y repararlas, tanto las de vías primarias y secundarias, como las que se encontraban dentro de casas y predios particulares, que son las más frecuentes.
El resultado fue que la gente en efecto sintió un cambio que le gustó, lo cual generó el ambiente político propicio para que en el 2000 Andrés Manuel López Obrador se convirtiera en jefe de gobierno, refrendando así al PRD como la fuerza más importante en la capital del país y convirtiéndolo en el partido hegemónico del entonces Distrito Federal.
La ciudad tuvo que esperar 20 años para volver a ver que el gobierno lanzara un programa igual de ambicioso para disminuir las fugas de agua. El viernes pasado la jefa de gobierno anunció que en mayo saldrán a las calles 150 brigadas que tendrán la misión de detectar y reparar fugas por todo el territorio de las 16 alcaldías.
La inversión alcanzará los 300 millones de pesos y el programa ayudará a reducir la sobreexplotación de los acuíferos. Además puntualizó que existirán 10 campamentos que trabajarán las 24 horas del día, los siete días de la semana, para lo cual se contará con 315 nuevos trabajadores que fueron especialmente capacitados en el tema.
Vamos a esperar el resultado de este programa de fugas, porque aun cuando Rosario Robles y Claudia Sheinbaum se parezcan en muchas cosas como, por ejemplo, ser mujeres, gobernar la ciudad más grande del país, haber heredado una ciudad llena de problemas y provenir de la izquierda, la ex titular de Sedatu sólo tuvo dos años para gobernar —es decir que le faltó tiempo para consolidar mucho de lo que emprendió—, mientras la ex delegada en Tlalpan tendrá 6 años para corregir todo aquello que el PRD dejó abandonado.
Si Claudia Sheinbaum lo logra, sin duda pasará a la historia como una de las mejores gobernantes de la ciudad. Para ello deberá consolidar los programas y acciones iniciados en su primer año de gobierno; después, el trabajo consistirá principalmente en mantener esas mejoras.
La tarea no es menor, pero del resultado obtenido dependerá que Morena mantenga la hegemonía. La ciudadanía en la capital y el país ahora es más consciente de que su voto cuenta, y sabe que si un partido no gobierna bien puede retirarlo del poder. Ya lo vivieron el PRI, el PAN y el PRD. Si Morena desea gobernar por más de un sexenio, la labor de la jefa de gobierno deberá verse, sí, pero, sobre todo, sentirse.
