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POLÍGRAFO POLÍTICO / Poder sin autoridad

Para el gobierno de la cuarta transformación la ciencia y la tecnología siguen teniendo un segundo nivel de importancia. Por lo visto el sector deberá seguir esperando mucho para llegar a recibir el tan anhelado uno por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).

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Carla María Petrella

La directora general del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnologìa (Conacyt), María Elena Alvarez-Buylla Roces “tiene poder pero no autoridad”, así describe buena parte de la comunidad científica del país la circunstancia en la que hoy se encuentra la funcionaria, que si bien como científica tiene amplia experiencia y reconocimiento, como servidora pública  ha demostrado limitadas habilidades de liderazgo, gestión y comunicación.
Todavía no llegaba al cargo cuando desató las primeras polémicas, principalmente cuando anunció que impulsaría el cambio de nombre de la institución, incorporándole las humanidades, con lo que quedaría como “Consejo de las Humanidades, Ciencia y Tecnología”. Aparte, advirtió sobre la cancelación de becas y contratos asignados en 2018, lo cual, debido al alboroto generado, no llegó a concretarse.
Ya en el cargo, sufrió una serie de tumbos derivados de la designación de sus colaboradores. La principal queja fue que el rigor que el Conacyt aplica en el proceso de selección de becarios e investigadores no correspondió con el que se usó para nombrar a los funcionarios, y es que mientras un investigador debe contar con estudios de doctorado, algunos de los miembros del nuevo equipo tenían apenas la secundaria terminada.
El primer escándalo surgió porque el subdirector  de Comunicación, David Alexir Ledesma Feregrino, dijo tener estudios de licenciatura, cuando actualmente cursa apenas el tercer semestre de la carrera de Comunicación. Después llegó el caso de Edith Arrieta quien, con una licenciatura en Diseño de Modas, fue designada para ocupar la  Subdirección de la Comisión Intersecretarial de Biodiversidad de los Organismos Genéticamente Modificados. Más tarde tocó el turno a la ex diputada federal, María Chávez García, quien iba a ser la encargada de administrar un fondo sectorial entre Conacyt y la Secretaría de Energía.
Otro caso vino con el nombramiento de una socióloga en la dirección adjunta de Investigación Científica, y otro más cuando su supo que la Coordinación de Centros Públicos de Investigación sería ocupada por el líder del Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica.
Los escándalos llegaron hasta el presidente de la República, quien personalmente y a través de su vocero, tuvo que aclarar que dichas personas no serían contratadas, y que nunca se pensó que llegaran a ganar lo que los medios de comunicación publicaron en decenas de notas periodísticas, información que calificó de “rumores”.
Otro tema que tiene enojada a la comunidad científica es el recorte presupuestal y la actitud pasiva con que  Álvarez-Buylla lo tomó. Aun cuando la promesa era mantener el presupuesto de Conacyt igual al del 2018, que fue de 26 mil 967 millones de pesos, para 2019 se le asignaron dos mil 299 millones de pesos menos.
Para el gobierno de la cuarta transformación la ciencia y la tecnología siguen teniendo un segundo nivel de importancia. Por lo visto el sector deberá seguir esperando mucho para llegar a recibir el tan anhelado uno por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).
Desde 2014, el gobierno ha disminuido el presupuesto destinado a la ciencia, y este año no será diferente. Muchos científicos critican la pasiva actitud de la directora de Conacyt y afirman que ésta vive encerrada en una burbuja, en la que se mantiene sin consultar la opinión de la comunidad en temas como el Programa Nacional Estratégico, ejecutando despidos y provocando renuncias de funcionarios, ahorcando a los Centros Nacionales de Investigación, dejando de publicar las convocatorias para apoyar proyectos innovadores y con la denuncia de mantener intacta una “mafia de la ciencia”.
El Conacyt, como muchas otras instituciones de gobierno, presenta irregularidades, malos manejos, empresas privadas que operan al interior, contratos sospechosos y un listado de investigadores que prácticamente heredan las plazas a sus parejas, dejando sin oportunidad a las nuevas generaciones o a quienes no tienen alguien que los apadrine. Lo que no se merece la ciencia es que se le siga castigando con criterios políticos y, peor aun, que esto se deba a la falta de pericia de su titular.
Abierta es la oposición de Álvarez-Buylla a todo lo que huela a innovación, modernización e investigación transgénica, y cerrada es su actitud hacia la concertación con sus pares. Esto ha provocado que la institución se polarice y se convierta en noticia más por el escándalo y las malas decisiones de su directora, que por su apoyo a la ciencia.
A la señora Álvarez le urge asesoría en materia política y de comunicación, pero sobre todo de humildad. Si no hace algo, y pronto, su gestión puede pasar a la historia como una de las peores, o definitivamente la peor que haya tenido el  CONACyT durante los últimos años.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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