Diana Sánchez Barrios
Increíble lo que una marcha puede generar.
Derivado de la protesta feminista del 16 de agosto, Claudia Sheinbaum se mostró dispuesta para dialogar sobre la violencia contra las mujeres, por lo que se reunió con asociaciones feministas.
Por medio de su Twitter, expuso que la finalidad de estos encuentros es construir acciones para el respeto a los derechos humanos. La secretaria de Gobierno, Rosa Icela Rodríguez, indicó que se convocarán diferentes tipos de organizaciones y personas, entre ellas, académicas y jóvenes.
Sin embargo, se han negado a dialogar con las mujeres de los contingentes que se manifestaron el viernes pasado, y debido a que la inclusión realmente no ha sido vista, debo decir que las mujeres tttrans tampoco figuramos en estas reuniones, por lo que considero que el diálogo y la construcción de acuerdos, debe ser entre todas y no sólo algunas.
Si partimos de que la protesta de la semana pasada exigió acciones gubernamentales, ante la creciente tasa de violencia de género, particularmente por violaciones y feminicidios, entonces no cabe duda de que tenemos cabida en la discusión.
Las mujeres tttrans somos altamente vulnerables a los delitos antes descritos, y peor aún, porque estamos expuestas a una doble violentación, por ser mujeres y por ser tttrans. Incluso se ha adoptado el término transfeminicidio, el cual, varias personas consideran que no debería existir, que deberían contemplarse estos asesinatos dentro de los feminicidios, pero lo cierto es que, cuando matan a una mujer transgénero, se presentan aún más signos de violencia, que los de las mujeres cisgénero.
Y no sólo eso, también vemos coartados nuestros derechos humanos; como el de la educación, que la mayoría de las veces tenemos que abandonar, porque somos víctimas de acoso y violencia, tanto de alumnos como de docentes; pocas veces tenemos acceso a un empleo digno, y; constantemente nos enfrentarnos a discriminación e incompetencia en los servicios de salud.
Todo lo anterior, sucede en un contexto de impunidad y corrupción, donde la falta de atención a esta problemática se materializa en el silencio de las autoridades, y en general, de la clase política.
La impunidad quiere decir que no hay castigo, lo que lleva a una falta de justicia por un crimen cometido. Si queremos que se castigue la violencia de género, no se deben seguir atendiendo los feminicidios, ni transfeminicidios como casos aislados; necesitamos que haya un cambio estructural.
Este cambio requiere que, entre otras cosas, se tenga un claro entendimiento de qué es el género, se utilice un lenguaje apropiado para nombrar los crímenes de esta índole, y, además, implica nuestra reflexión e implicación dentro de este sistema de regulación.
Dicho lo anterior, me gustaría hacer un llamado al Gobierno de la Ciudad de México, para que favorezca la inclusión de la diversidad en sus mesas de trabajo, ya que las mujeres tttrans tenemos mucho que aportar para la construcción de un plan que vele por el bienestar y una mejor calidad de vida de todas las mujeres que vivimos en la capital.
Aplaudo la voluntad política, pero aplaudiré más que realmente dejen la puerta abierta para que se escuchen todas las voces de las mujeres que no queremos resignarnos a vivir en la oscuridad de la violencia.
