Lorena Osornio
Como se extrañan esos días, cuando se escuchaba (durante 12 años) a un vigoroso candidato a la presidencia de la República descalificar todo tipo de actos, acuerdos, nombramientos e injerencias que tenía el titular del poder Ejecutivo ante las decisiones, incluso de otros poderes de la Unión.
Como recordar frases como “el Congreso es una oficialía de partes” o “acuerdos en lo oscurito” o “quieren dar el madruguete”, claro, porque en esos tiempos MORENA no era considerada para ser parte de esos acuerdos de la “cúpula del poder” y por eso a todo decía que no.
Ahora, voy a explicar un proceso de toma de decisiones en la cúpula de poder de hoy, que no es nuevo, sólo que antes lo hacía el PRI, por eso era malo.
En materia laboral: El Presidente insistió que la premura por aprobar la Reforma Laboral fue para cumplir con el compromiso con Estados Unidos para avanzar con el Tratado Comercial con ese país y Canadá conocido como T-MEC (el cual ni siquiera ha entrado en vigor), pero lo cierto es que, como buen Tlatoani, tal como era referido Peña Nieto, quiso llegar al festejo del día del Trabajo con el pastel.
No se explica con otro argumento la presión que le puso AMLO a quienes le sirven como oficialía de partes en el Congreso, puesto que el plazo para reformar las leyes secundarias en materia laboral ya había fenecido.
Explico: Fue el 24 de febrero de 2017 cuando se publicó en el Diario Oficial de la Federación las reformas a los artículos 107 y 123 de la Constitución Federal en materia de Justicia Laboral, estableciendo un periodo de un año para que el Congreso de la Unión y las legislaturas estatales adecuaran las leyes secundarias, a fin de que se pudieran echar a andar los tribunales laborales. Término que obviamente no se cumplió ¿por qué? por la sencilla razón de que en febrero de 2018, abierto por todos (no legalmente) el proceso electoral presidencial, no podían comprometerse los legisladores ante la incertidumbre de lo que al final pasó, el triunfo de MORENA.
Pasado el proceso electoral, la conformación de la LXIV Legislatura (con mayoría de MORENA) y bien acomodados los legisladores en sus respectivas curules y escaños, mágicamente, del 20 de septiembre de 2018 al 3 de abril del presente año, presentaron 14 iniciativas de distintos legisladores en materia laboral, mientras paralelamente, la Comisión del Trabajo de la Cámara de Diputados realizó una serie de audiencias públicas exprés, del 25 de febrero al 6 de marzo.
Siguiendo con la magia, el 10 de abril fue aprobado el Dictamen en la Comisión del Trabajo de la Cámara de Diputados, con sólo 5 horas de haberlo circulado a sus integrantes, total, la cúpula del poder comandada por el Presidente, ha de haber pensado que no era necesario que los que levantan la mano deben saber qué contenía el documento, pues ellos están sólo para aprobarlo.
Así pues, al día siguiente como es costumbre en San Lázaro, se subió el Dictamen a la “discusión” y aprobación del Pleno, en franca violación al proceso y tiempos señalados en el Reglamento de la Cámara de Diputados y ¡pum! se aprueba con 417 votos a favor, 1 en contra y 51 abstenciones, mandándolo al Senado para su aprobación.
Ya en el Senado, el chiste se cuenta solo, en 2 días “discutieron” y aprobaron la modificación de 500 artículos solamente de la Ley Federal del Trabajo ¿cómo dejar duda de que toda esa simulación no va a beneficiar a los trabajadores de México? si quien lidera la Comisión del Trabajo es el Senador Napoleón Gómez Urrutia, a quien por cierto, le da tiempo de sobra su labor como Senador para registrar ante la Secretaría del Trabajo su Confederación Internacional de Trabajadores, o sea, un sindicato de sindicatos.
Ahora usted lector, puede deducir cómo opera la cúpula del poder para modificar leyes; no son decisiones de los Diputados y Senadores por los que usted y yo votamos, las decisiones son del Presidente y quienes él asigna para quedarse con el pastel completo en un tema en específico, y esto pasa en todas las reformas por más insignificantes que pasen en el Congreso de la Unión. ¿Cree que sólo lo hacía el PRI?, bienvenido a la Cuarta Transformación.
