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Investigación

Resecuritizar

En los últimos seis años, tanto en el gobierno federal como en los gobiernos estatales y de la Ciudad de México, las agendas se desecuritizaron.

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Por Jorge Alberto Lara

No es trabalenguas. Resecuritizar debe ser la prioridad del Estado mexicano y de todas las autoridades en los distintos niveles de gobierno. Debe ser tarea tanto de los gobiernos salientes como de candidatos a los diversos puestos de elección popular, tanto legislativos como ejecutivos, empezando por los presidenciales.

Securitizar, en el contexto de la ciencia política y las relaciones internacionales, implica dar centralidad a los temas relativos a la seguridad, implicando sujetos y tópicos dentro de los objetivos, estrategias y tácticas tendientes a la conformación de entornos que controlen y mitiguen riesgos derivados del crimen y otras amenazas. Si bien la securitización extrema es objeto de críticas, los procesos de securitización son considerados como alternativas de despliegue de políticas públicas. Lo anterior ocurre, por ejemplo, cuando se securitiza la agenda migratoria o la agenda ambiental.

Desde esa perspectiva, es factible afirmar que en los últimos seis años, tanto en el gobierno federal como en los gobiernos estatales y de la Ciudad de México, las agendas se desecuritizaron.

El gobierno federal tuvo como estrategia, desde un principio, soslayar la problemática de seguridad pública. Dos hechos demuestran lo anterior: En primer lugar, se restó importancia a la Policía Federal, al desaparecer la Secretaría de Seguridad Pública y adscribirse a un tercer nivel dentro de la administración pública, bajo las directrices de la Secretaría de Gobernación, supeditándola incluso a funciones de orden político.

Adicionalmente a lo anterior, se impulsó un consenso con todos los medios de comunicación del país a efecto de desaparecer de agendas noticiosas, hechos e incidentes relacionados con el combate al crimen o inherentes a fenómenos violentos. La seguridad dejó de ser prioridad en el discurso y en los hechos. Los resultados de dichas determinaciones están a la vista: estamos padeciendo los mayores niveles de violencia de la historia moderna del país.

Por lo que toca a los gobiernos locales, éstos no se han quedado atrás en eludir la compleja problemática de la seguridad. En la capital de la República, el gobierno consolidó líneas argumentativas en el sentido de que no existía evidencia visible de la presencia del crimen organizado. El hallazgo de cuerpos desmembrados con un narcomensaje, así como una sucesión de hechos de violencia inusitada, desmienten la que fuera versión oficial en los últimos años.

Ante la adversa realidad, las presentes y futuras autoridades deben reaccionar contundente y eficazmente. Securitizar no debe exacerbar ni provocar violencia. Es fundamental que se haga con inteligencia, firmeza y resultados.

*Abogado e internacionalista. Presidente del Colegio Mexicano de Abogados Humanistas, A.C.

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