Connect with us

Investigación

SCREWBALL / Adiós a la CDMX

La rentabilidad obtenida por el uso de la marca ha generado dividendos a las finanzas de la ciudad, y es una de las mejores posicionadas a nivel mundial, sólo después de las palabras México y Cancún.

Published

on

Por Ernesto Osorio

@Brosorio / @Gaceta_C / @discursoydebate

Escuché con mucha preocupación hace algunos días que la Jefa de Gobierno electa Claudia Sheinbaum planea modificar la actual marca que nos identifica como Ciudad de México (CDMX) en el entorno local, nacional e internacional.

“Lo que no nos gusta y no se va a hacer en este gobierno es contratar empresas consultoras que definan de manera comercial y mercantilista un logotipo. Lo que queremos es que haya participación de especialistas en la materia sin ánimos de lucro o de vender como mercancía a la Ciudad de México”, dijo la doctora Sheinbaum en una entrevista colectiva.

Y fue más contundente al decir: “no me gustan los diseños actuales, por ello se lanzará una convocatoria para definir el sello turístico de la Ciudad de México y el logotipo de su gobierno durante los próximo seis años”.

Detalló que la convocatoria estará dirigida hacia diseñadores, artistas plásticos y jóvenes creadores que tengan como principio el amor a la Ciudad de México, de tal manera que un Comité, integrado por personalidades “reconocidas”, hará una evaluación de qué es lo mejor para la capital del país.

¿Y todo lo que costó la marca actual? ¿y los resultados probadamente obtenidos?

Lo que quieren el nuevo gobierno y su partido –Morena-  es tener una identidad e imagen propias que los distinga, aunque para ello el trabajo y el presupuesto invertidos en los últimos cuatro años para posicionar a la CDMX en México y el mundo con una marca se vayan a la basura.

Recordemos que el 5 de agosto del 2014, el gobierno de Miguel Ángel Mancera obtuvo la concesión por parte del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) para utilizar y explotar la marca CDMX en actividades de publicidad y asistencia en la dirección de negocios y consultoría,  y que podría comercializarla hasta el 12 de marzo de 2024.

Desde entonces, todos los elementos gráficos que identificaban al gobierno actual se ungieron con esa marca, tanto en los documentos oficiales como nombres de campañas, eventos y hasta en plazas públicas, taxis, puentes o lugares de constante tránsito.

También se implementaron novedosas estrategias de promoción, como la del globo aerostático CDMX, o el avión CDMX (el más grande de la flota de Aeroméxico que viaja por Asia, Europa y América) que colocó la marca en aeropuertos nacionales y de otros países.

Además, la rentabilidad obtenida por el uso de la marca ha generado dividendos a las finanzas de la ciudad, y es una de las mejores posicionadas a nivel mundial, sólo después de las palabras México y Cancún.

Tan solo el mes pasado, The World City Business Brand Barometer, un colectivo empresarial que mide las preferencias en materia de turismo de los usuarios de la internet, ubicó la marca CDMX en el sitio 17 de entre 430 que se evalúan, muy por arriba de otras ciudades como Buenos Aires, Melbourne, Sao Paulo, Milán, Atlanta y Berlín, entre otras.

¿Entonces? ¿Qué salió mal?, ¿por qué eliminar esta marca que –aunque lentamente- va avanzando y dando resultados?, ¿sólo porque “no me gusta?”

La creación de las siglas CDMX como intento de crear una marca para nuestra ciudad no fue una mala idea y ha funcionado ponerla cerca de los más importantes monumentos y espacios públicos de la capital, en los taxis, en la papelería oficial. Está bien, los colores pueden no ser los mejores, pero poco a poco hemos comenzado a digerirlos y a aceptarlos. ¿Por qué deshacerse de todo y volver a empezar de cero?

Aunque se dice que habrá convocatoria y que serán expertos (elegidos por el nuevo gobierno) los que decidan la nueva marca, lo cierto es que todo apunta a que la última palabra la tendrá el Presidente electo Andrés Manuel López Obrador.

La misma Claudia Sheinbaum adelantó durante su campaña que se regresará al concepto de la “Ciudad de la Esperanza”, lema que enarboló el próximo Presidente durante su paso por el gobierno capitalino.

¡Vaya retroceso!

Recuerdo mucho los comentarios del poeta Guillermo Sheridan, que en 2001 y al conocer el lema que acompañaría al entonces Jefe de Gobierno argumentaba: “¿Esperanza de qué o en qué? Entregarle el destino de 28 millones a algo que, como la esperanza, abunda sólo en la medida en que las certezas escasean, a algo cuyo sentido final radica en que los milagros existan, tiene algo de gracejada cruel y entusiasmo beato. Que una ciudad reconozca que la esperanza es ingrediente necesario de su futuro, es como cruzar un plan de gobierno con un berrinche de San Martín de Porres”.

La promoción y publicidad de la CDMX debe ser amable e incluyente en su promoción. Ser más cálida en los colores de su imagen, las palabras tendrían que ser más fuertes y reflejar a esta ciudad que también se construye de los miles connacionales que llegan de otras latitudes del país.

Quizá los publicistas y los funcionarios del actual gobierno fallaron, pero la solución no deben ser propuestas sustentadas en la terquedad de querer borrar todo lo que me recuerde al antecesor, olvidando que la Ciudad de México es un ente vivo y vibrante, y no esperanzador en que algún día algún iluminado celestial llegará para liberarla de sus enormes problemas.

*Es fundador y Director editorial CDMX de los portales digitales de información www.discursoydebate.com y www.gacetaciudadana.com. Cuenta con 25 años de trayectoria periodística trabajando la fuente política y social de la Ciudad de México. Es diplomado en artes culinarias y jugador amateur de soft-baseball.

 

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

Continue Reading
Advertisement Article ad code

Los influyentes

Twitter

Facebook

Advertisement Post/page sidebar widget area

Recientes