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SCREWBALL / Celebremos la unidad

La extorsión del presidente vecino funcionó: impuso su voluntad, amedrentó y logró que México atendiera sus requerimientos, en tanto que a nuestro país, sólo le valió el reconocimiento de su plan de desarrollo integral para Centroamérica.

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Ernesto Osorio

Sin apasionamientos ni conflictos, todos asumimos que el episodio diplomático que se vivió con el Presidente Donald Trump la semana pasada fue un momento difícil para la relación entre los gobiernos de México y el de los Estados Unidos.

En el evento realizado en Tijuana el sábado pasado, el mismo presidente del Congreso Porfirio Muñoz Ledo lo dejo muy claro cuando dijo que “desde los tiempos de los tratados de Bucareli, la relación bilateral jamás había sido tan complicada entre ambos países”

Sí, es cierto que hubo valentía y firmeza por parte del Presidente Andrés Manuel López Obrador en su discurso durante el evento de la Unidad por México y también que supo sobrellevar el conflicto hacia una salida tersa, sin consecuencias lamentables para ambos países.

Pero así como asumimos y reconocemos el liderazgo mostrado por el primer mandatario y que se pudo frenar la imposición de aranceles, debemos también entender que los acuerdos alcanzados con el gobierno del país vecino no son del todo positivos para México

Insisto, sin apasionamientos y con cabeza fría analicemos los aspectos principales del acuerdo alcanzado y que han sido tan aplaudidos y avalados por los seguidores de la 4T.

En primer lugar, la amenaza de imponer de manera escalonada aranceles a productos mexicanos, si nuestro país no le demostraba al gobierno de los Estados Unidos que tenemos una estrategia efectiva  para frenar el flujo migratorio hacia su país, fue un intento de extorsión.

“O haces lo que yo te digo, o te atienes a las consecuencias” fue en pocas palabras lo que mandó decir Trump a su vecino López Obrador.

Cualquiera en su mayoría hubiera reaccionado molesto y habría rechazado cualquier intento de presión, pero en política la forma es fondo y había que contestar de manera inteligente y no irracional.

Andrés Manuel López Obrador optó por la persuasión y la negociación política y envió a su canciller Marcelo Ebrard al frente de una comitiva para disuadir al Presidente Trump de cumplir con su amenaza.

Una instrucción fue precisa: no ceder ante las presiones para que México se convirtiera en el tercer país de facto para que los migrantes que intentan obtener asilo en la Unión Americana, esperen en territorio mexicano sin regresar a su país.

El mismo Marcelo Ebrard lo dijo el 24 de diciembre del 2018 durante la conferencia matutina del Presidente en Palacio Nacional.

“México no acepta, ni aceptará firmar un tratado que lo ponga en esa circunstancia”, dijo el canciller y la explicación completa la puedes consultar en nuestra página www.gacetaciudadana.com.

Pero las palabras se las llevó el viento, y México se comprometió a recibir a los migrantes que lleguen a Estados Unidos de regreso, para darles alojamiento, comida y empleo, en tanto les da una respuesta el gobierno estadounidense.

Es cierto que nuestra política exterior prioriza el respeto a los Derechos Humanos, pero atendiendo esa misma filosofía, ¿pensaron en lo que sucederá con los derechos de quienes viven en los estados al sur de nuestro país?

Por años y a lo largo de los poco más de 570 kilómetros de frontera entre México y Guatemala existen sólo ocho cruces formales donde las autoridades migratorias y aduaneras, dicen vigilar la seguridad en los accesos fronterizos.

En esta franja, existen 56 puntos donde cualquiera puede cruzar para traficar con mercancías, personas y todo tipo de drogas o armas, sin que nadie lo impidiera. Justo por uno de estos puentes pudo haber ingresado a Guatemala el exgobernador de Veracruz, Javier Duarte en abril de 2017 a Panajachel, municipio de Sololá, antes de ser detenido.

Ebrard insistió que el acuerdo fue equilibrado y que ambas administraciones trabajarán por fortalecer y convertir a Centroamérica en una zona segura, próspera y desarrollada, pero ahora México militarizará su frontera con seis mil soldados al tiempo que del otro lado, el Presidente de Guatemala Jimmy Morales ya aceptó que un grupo de soldados estadounidenses vigilen la frontera de lado guatemalteco. ¿De quién fue la idea de un muro militar y quien lo está pagando?

La extorsión del presidente vecino funcionó: impuso su voluntad, amedrentó y logró que México atendiera sus requerimientos, en tanto que a nuestro país, sólo le valió el reconocimiento de su plan de desarrollo integral para Centroamérica.

Pero lo más importante: logró enviar a sus electores en la Unión Americana el mensaje de ser un presidente comprometido a defender los trabajos de sus connacionales, a costa de lo que sea, incluidas guerras comerciales que todos sabemos, le resultarían más perjudiciales.

Recordemos que en 2016, la estrategia de presionar y desacreditar a México le funcionó para ganar votos y la apuesta militar le funcionó. Por eso, no es casual que aunque fue poco visible, la comitiva mexicana contó con la participación –indirecta- de los secretarios de la Defensa Nacional, de Marina y Hacienda a “la negociación”.

¡Celebremos la unidad!

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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