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Investigación

SCREWBALL / Contrapesos y autoritarismo

Después de los pasados comicios, la oposición partidaria será también casi inexistente, y corremos el riesgo de no lograr esos contrapesos que son tan necesarios en una democracia.

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Por Ernesto Osorio

@Brosorio, @Gaceta_C y @discursoydebate

Quedaron atrás las épocas en que la actividad política era germen de conflictos y violencia. La campaña electoral que condujo a la renovación de los poderes Legislativo y Ejecutivo fue ejemplo de responsabilidad y de interés patrióticos.

“Demandamos que mejoren nuestros procesos electorales, que se fortalezcan los partidos y la actividad ideológica; que la conciencia cívica esté más alerta y siempre verazmente informada; que los ciudadanos sean más exigentes con los poderes que han constituido.

“Mal podríamos perfeccionar el funcionamiento del Estado si no mejoramos todas las formas de nuestra convivencia, pues la sociedad política sólo puede crecer, sanamente, desde su base.

“La libertad debe ser garantizada por el Gobierno; la democracia la construye el pueblo todos los días.

“Velaré porque se respete la dignidad de los mexicanos, en particular la de los más humildes, que a menudo sufren la ofensa de la arbitrariedad, la servidumbre, de la explotación y la vejación de la miseria.”

Estas palabras parecen no haber sido pronunciadas hace mucho tiempo.

Los fragmentos corresponden a un discurso leído un primero de diciembre ante la apertura de una nueva legislatura del Congreso de la Unión. Acababan de terminar las elecciones y ambas cámaras eran dominadas por un solo partido y con una oposición apenas representativa.

En los estados, la misma hegemonía del partido dominaba el territorio nacional y en la capital del país se instalaba el regente número 16, designado por el recién electo Presidente, también del mismo partido: el Revolucionario Institucional.

Aquellas fueron palabras pronunciadas por el licenciado Luis Echeverría Álvarez, ante el Congreso de la Unión en 1970, con motivo de su toma de protesta como Presidente de México.

Su retórica se asemeja a la del virtual Presidente electo Andrés Manuel López Obrador. Al igual que Echeverría, López Obrador reconoce la injusticia social. Al igual que Echeverría, López Obrador busca empoderar al pueblo. Y al igual que Echeverría, López Obrador inicia su mandato con la hegemonía de un partido único, que domina ambas cámaras del Congreso, que suma más gubernaturas y que tiene bajo su control el gobierno de la capital.

Pero, a diferencia de aquellos años, en que la voluntad popular era maquillada, manipulada y la gente poco participaba, en esta ocasión fueron más de 32 millones de mexicanos los que decidieron regresar a este escenario, y castigar a los partidos políticos tradicionales hasta hacerlos casi desaparecer. En 1970 los contrarios se concentraban en el Partido Acción Nacional, en el Partido Popular Socialista y el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana, y pese a su representación los contrapesos no se lograron.

Después de los pasados comicios, la oposición partidaria será también casi inexistente, y corremos el riesgo de no lograr esos contrapesos que son tan necesarios en una democracia.

Pero a diferencia de lo que sucedía hace más de 48 años, existe ahora lo que se le conoce como la sociedad civil organizada, ciudadanos agrupados en asociaciones sin un perfil partidista, pero con participación activa para ser una caja de resonancia de las acciones de gobierno.

Estas asociaciones, a las que el mismo tabasqueño ha desdeñado y calificado en el pasado como “fifí”, tienen bajo su responsabilidad evitar que se instale una nueva etapa de autoritarismo en todo el país. El reto para estas asociaciones es encontrar los canales y las formas adecuadas para establecer un diálogo abierto con el gobierno entrante.

Pero también existe la posibilidad de que muchos de quienes dirigen estas asociaciones se integren a las estructuras de gobierno, con lo cual podría sobrevenir una fuga de capacidades y la desintegración de equipos de trabajo, con lo cual, perderían fuerza y penetración social.

Es fundamental que la sociedad civil se reagrupe, articule agendas comunes y pueda discutir abiertamente los temas en los que tenga diferencias, para mantener su rol de contrapeso político.

Ejemplo de ello es la campaña #FiscaliaQueSirva que varias agrupaciones como Artículo 19, el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro, el Centro Nacional de Comunicación Social A.C (Cencos) y organizaciones empresariales como la Coparmex, entre muchas otras, han iniciado para evitar el nombramiento de un fiscal a modo del titular del poder Ejecutivo.

El propio López Obrador se ha manifestado para que sea el Presidente quien proponga una terna para el puesto, y el Senado seleccione la más adecuada, pero sin que tenga autonomía del poder Ejecutivo.

Construir una agenda común y estrategias conjuntas de incidencia cobra particular importancia, sobre todo por la contundente mayoría de legisladores de Morena y la posibilidad de que sin contrapesos puedan aprobar cualquier iniciativa, tal y como sucedía en tiempos de Luis Echeverría.

*Es fundador y Director editorial CDMX de los portales digitales de información www. discursoydebate.com y www.gacetaciudadana.com

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