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Investigación

SCREWBALL/ El poder de la calle

Los dirigentes de todos los partidos políticos han hecho de lado estos atributos y han antepuesto antes de cualquier otra virtud el clientelismo electoral.

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Por Ernesto Osorio
@Brosorio, @Gaceta_C y @discursoydebate
Mucho se han cuestionado los perfiles de los candidatos que aspiran a ocupar cargos de elección popular en la Ciudad de México en este 2018.
Cualquiera pensaría que los mejores cuadros para la ciudadanía son aquellos respaldados en una buena preparación académica, una trayectoria limpia en el servicio público y una liderazgo social legitimado por la honestidad y cumplimiento a los ideales que enarbolan ellos.
Sin embargo, los dirigentes de todos los partidos políticos (todos, porque no se salva nadie) han hecho de lado estos atributos y han antepuesto antes de cualquier otra virtud el clientelismo electoral; es decir, el número de votos que puedan representar para sus banderas los seguidores de un determinado líder social, respaldado además por un sólido capital económico.
La fórmula no es nada novedosa, pues desde hace por lo menos 50 años el PRI instituyó dentro del sector obrero-popular la formación de cuadros para sus filas, considerando como principal fuente de adeptos a líderes sociales formados en la calle.
Ejemplo de ello son las legendarias lideresas del comercio ambulante, que bien aprendieron de la clase política a patrimonializar la vendimia callejera, a través de relaciones familiares y de amistad con figuras de la política, lo cual prevalece hasta nuestros días. Así se demuestra con varios candidatos y candidatas que contienden por el gremio en este 2018.
Doña Guillermina Rico es el pilar del que desciende toda una generación de líderes del comercio informal, que crecieron no sólo al amparo de las banderas políticas del PRI, sino que con su protección pudieron amasar un emporio económico que los ha hecho deseables para todos los partidos.
Sus principales herederas fueron su hija Silvia Sánchez Rico y su más aguerrida aprendiz Alejandra Barrios Richards, suegra de la actual candidata independiente a la Jefatura de Gobierno Lorena Osornio, casada con Sergio Jiménez Barrios.
A diferencia de Lorena, que llegó a la mesa de la familia Barrios sin caminar las calles, confrontar granaderos o pasar noches en los juzgados cívicos, existen otros aspirantes que surgieron de las filas de la asociación de la priista.
Un ejemplo de estas lideresas es Sofía Trejo, una mujer que tras dejar a su líder logró alcanzar esta posición defendiendo las fuentes de trabajo de los comerciantes de la Alameda, primero dentro de las filas del PRD y luego a lado de Morena, con Ricardo Monreal.
Actualmente contiende para ser alcaldesa en Cuauhtémoc por el Partido Humanista, luego de dejar en el camino a Diana Sánchez Barrios, hija de Alejandra Barrios.
Por otro lado y por sus propios méritos, la presidenta del Frente Metropolitano de Organizaciones Populares (FREMOP) y dirigente de los comerciantes del barrio de Tepito, María Rosete, logró al fin una candidatura para intentar llegar a la Cámara de Diputados con las banderas de la coalición “Juntos Haremos Historia”, luego de una prolongada negociación con el partido Encuentro Social.
Rosete, quien se formó al interior del PRD y siempre fue leal para los gobiernos de Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard, se convirtió en una de las lideresas más poderosas del primer cuadro de la capital luego de una radical confrontación que aún prevalece con Alejandra Barrios.
Pero María Rosete no llega sola al campo de batalla por el Distrito 8, pues se medirá el próximo 1 de julio ante Esther Martha Chavarría, de la coalición “Por la CDMX al Frente”. Ella es una mujer que también se formó en el PRD, salió de las filas del ambulantaje y gracias a la herencia de su madre Benita Chavarría y su hermana Rosa Martha, pudo consolidar su feudo en las calles del Centro Histórico.
Estos cuatro ejemplos son solo una muestra de que no existe partido que se resista al fructífero botín electoral que representa el sector y que se consolida con los números que arrojan a la economía en la Ciudad de México.
De acuerdo con la Cámara de Comercio, Servicios y Turismo de la Ciudad de México (Servytur), en la capital del país existían 180 mil personas  dedicadas a la economía informal, y aunque no existe un censo oficial a finales de 2013 se estimaron alrededor de tres millones de ambulantes tan solo en la Ciudad de México.
El negocio de establecerse en las calles representa ingresos para el gobierno y los líderes que pactan el cobro de cuotas por ocupar un espacio en la calle. Por ejemplo, si en la Cuauhtémoc hay 50 mil ambulantes que trabajan 30 días del mes y pagan 50 pesos por metro ocupado, la ganancia mensual es de 75 millones de pesos en efectivo, libre de impuestos. Calcule usted esto por las 16 demarcaciones.
Por eso resulta improbable que quien resulte ganador o ganadora de la Jefatura de Gobierno renuncie a pactar con este gremio. Quien así lo promete, miente, y se engaña así mismo (a). Lo tendrán que hacer porque el costo económico y político que representaría desconocer el poder de la calle sería incalculable y altamente peligroso.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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