Por Ernesto Osorio
Hace doce años, cuando Andrés Manuel López Obrador decidió buscar la Presidencia de la República, recuerdo que me comentó en una de esas conversaciones “en corto” al concluir una conferencia mañanera en el Antiguo Palacio del Ayuntamiento, que él no era un ambicioso vulgar y que buscar el poder, por el poder mismo “envilece”.
La jornada electoral del pasado domingo nos deja varias lecciones y a los protagonistas que ganaron y también a los que perdieron, un reto muy grande.
Debo confesar que soy escéptico respecto de la oferta electoral de AMLO. Su terquedad -como el mismo le llama- lo hace ver como un sujeto obsesivo y hasta ambicioso, y pues no checa con lo que dijo hace doce años. Su discurso –lo sigo pensando- me parece anticuado, utópico y en momentos hasta narcisista.
Pero debo reconocer que los decepcionantes y trágicos resultados que dejaron los últimos tres sexenios, hacía ver en ese discurso una tabla de salvación para acabar con la injusticia, la corrupción y el abuso de poder.
Los ciudadanos y el enorme respaldo que López Obrador recibió el pasado domingo, me callaron la boca. Reconozco que me equivoqué y que los electores nos dieron una lección de mucha madurez política.
Sin embargo prevalece en mí una preocupación que deseo compartir: la posibilidad de que este nuevo gobierno se contamine de una camarilla de rufianes que decidieron traicionar a su partido y que saltaron hacia Morena para “salvar el pellejo” y colgarse de esta propuesta de cambio que representa López Obrador.
No diré nombres. Usted los y las conoce muy bien. Fueron gobernantes de estados, Diputado(a)s y Senadore(a)s; Delegado(a)s aquí en la ciudad, asambleístas y servidores públicos que fueron del PAN, del PRI y en su mayoría del PRD que construyeron su propio coto de poder al amparo de las banderas que decían abrazar ¡ Ellos si se envilecen con el poder !
A los seguidores de Morena y quienes le dieron su voto a AMLO, les pido que no permitan que estos personajes regresen a la esfera pública. Y para quienes no ganaron y acusaron sus corruptelas durante las campañas, que no abandonen las denuncias que presentaron para fincarles responsabilidad.
Vacunar al nuevo gobierno de Andrés Manuel, es un gran reto que deben afrontar quienes votaron por el, y hasta él mismo, quien estoy seguro, sabe bien quienes son, y donde pretenden estar. Esperemos que no nos falle.
La CDMX
Para la Ciudad de México, el reto es mayor para la doctora Claudia Sheinbaum. La abrumadora victoria que obtuvo Morena le pone en frente un escenario aparentemente cómodo para poder gobernar, pues tendrá de su lado la mayor parte de las Alcaldías y la mayoría del primer Congreso local.
Pero la tarea no será fácil. Al igual que López Obrador la doctora Sheinbaum tiene en su círculo más cercano personajes con una trayectoria salpicada por la corrupción y la avaricia y por el bien de todos, deberá alejarlos de su administración.
Respecto a los Alcaldes y Diputados locales de Morena, deberá ser más que cuidadosa en su relación con aquellos que representan una etapa oscura de las administraciones perredistas. La confianza del electorado no puede ser traicionada y mucho menos, con la complicidad.
Adicionalmente deberá mostrar que como Jefa de Gobierno será la única responsable de las decisiones que tome. Mal haría que asumiera el desprestigiado y añejo esquema de las regencias donde el titular de la administración capitalina hacía lo que le ordenaba “el señor Presidente”.
Creo que si cuida estos aspectos, nos irá bien
Como mujer de política, compartí con la doctora Sheinbaum el movimiento estudiantil desde el Consejo Estudiantil Universitario (CEU) de la UNAM en 1986 y después, me tocó conocerla como titular de la Secretaría del Medio Ambiente en el año 2000 y me consta que es una mujer honesta y transparente, quizá sigilosa y discreta, pero firme al momento de tomar decisiones.
La capital se prepara para una etapa que transformará por completo su estructura de gobierno pero sin una oposición real, madura y responsable.
Sobre las ruinas de los partidos políticos que perdieron el rumbo, su militancia deberá elegir nuevos liderazgos que sirvan de contrapeso al gobierno unipersonal de Morena y eso llevará unos cuantos años.
El PRD o lo que quedará de él desaparecerá paulatinamente con la purga que Manuel Granados y Raúl Flores realicen en los próximos días. En el PAN, la reconciliación con la militancia que no respaldó a Ricardo Anaya deberá ser la tarea inmediata de Damián Zepeda y Mauricio Tabe aquí en la capital, y en lo que se refiere al PRI, éste renace ya desde la Delegación Cuajimalpa con el nuevo liderazgo de Adrián Ruvalcaba.
Para Alejandra Barrales, seguramente vendrá una etapa de retiro y reflexión donde deberá valorar con mayor rigor el significado de la palabra lealtad, que al parecer no supo entender en sus dos intentos por llegar a gobernar la CDMX.
