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Investigación

Serénate AMLO, las burocracias no son iguales

El amparo sindical lejos de ser una forma de proteger de sus derechos a las y los trabajadores, mejorar sus condiciones de vida, impulsar su desarrollo profesional, se transforma en espacios de poder económico y político para las mafias sindicales.

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Por Hugo Morales Galván

Las instituciones públicas tienen características muy bien marcadas. Personal sindicalizado en su gran mayoría sin conocimiento o perfil profesional necesario, pero sí es familiar, amigo, novio, novio, esposa, esposo, cuñado, primo, suegro, tío, sobrino, de alguno de los dirigentes sindicales o bien que “compró” la plaza. A partir se ahí se hace una cadena interminable porque ellas mismas abren la puerta para que con distintos favores personales o económicos, ingresen otros más al amparo del sindicato.

Si el ingreso no es por su capacidad ni por haber accedido a través de un concurso, su lealtad no es con la institución. Por eso es que una gran mayoría de sindicalizados, pese al maltrato salarial, permanecen en el cargo de por vida, junto con un enorme árbol genealógico o familiar.

El amparo sindical lejos de ser una forma de proteger de sus derechos a las y los trabajadores, mejorar sus condiciones de vida, impulsar su desarrollo profesional, se transforma en espacios de poder económico y político para las mafias sindicales.

Un alto porcentaje de instituciones se nutren de personal de confianza bajo diversos tipos de contrato. En este segmento es donde se encuentran las mayores capacidad y conocimientos de las instituciones. Son quienes con o sin titulares, siguen haciendo que camine la máquina institucional, y son quienes sufren los acosos y amenazas cada que se registra ante cada cambio. Amenazas de recortes de plazas, de dejar el espacio para amigos o familiares de quien llega.

Mujeres y hombres burócratas (sin el trato despectivo) están entre dos fuegos. Entre mafiosos sindicales con altos niveles de corrupción, y funcionarios públicos que no tienen nada que envidiarle a los primeros, cuando se trata de ingresar a familiares o amigos cuya lealtad estará con con su padrino o madrina, quienes además les tiende el manto protector para no ser molestados, ni aún cuando su incapacidad sea aberrante.

Dice Tomás Eloy Martínez en “Evita” que las burocracias buenas son las que mantienen en momento la máquina institucional. Así es.

Laborar en oficinas públicas permite dejar en claro que, por lo general, no se cuenta con el personal sindicalizado. Porque no es “su función” tal asunto, porque no está en su horario, porque no hay horas extras. O porque quien dirige la oficina no es del agrado del líder sindical. La mafia pagada con dinero público.

Pues bien, pareciera que Andrés Manuel López Obrador y el séquito que le acompaña, incapaz de contradecirlo, desconoce cómo operan las instituciones públicas. Anunciar que sólo tienen trabajo seguro los sindicalizados, es fortalecer el trabajo de las mafias sindicales. ¿Seguro que ese personal es capaz como para garantizarle su inamovilidad o es que no quiere tocar a las mafias que, tal vez, también le dieron su apoyo electoral?

Es un sinsentido pensar en echar a la calle a cientos de miles de personas cuyo capital humano es también producto de la inversión de recursos públicos. El fanatismo de seguidores de López Obrador llena las redes sociales de gusto, sin entender que los mayores niveles de corrupción no se encuentran en esas esferas.

¿Qué hay actos corrupción en la burocracia media o baja, sin duda? Pero se pueden corregir aplicando la normatividad y no permitiendo la impunidad.

Al anunciado despido hay que sumar la disparatada idea de que el primero de diciembre varias dependencias federales con toda y su infraestructura y personal estén laborando en distintas partes del país. ¿En serio? ¿Cuál es la propuesta planificada y que será desarrollada en varias etapas para lograr el traslado de las instituciones a los estados, tomando como ejemplo lo sucedido con el INEGI? El traslado del INEGI no fue como dice el columnista Salvador Camarena, “al chilazo”. Fueron siete años que le permitieron instalarse en Aguascalientes.

Además de la mudanza forzada, dice Iván Restrepo (La Jornada 23/07/2018) que es injusto meter en el mismo rasero a la burocracia donde hay excelentes funcionarios que no gozan de prebendas, ni roban y son necesarios para que la nueva administración funcione eficientemente”.

“Serénense, les decía Andrés Manuel a los integrantes de la cúpula empresarial que lo atacaron ferozmente…Ahora deben serenarse quienes gobernaran a partir el primero de diciembre”, le recomienda Restrepo.

Lejos de ello, observamos a un locuaz líder político, no un presidente electo, dar sermones diarios desde las escaleras de su casa de campaña.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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