Por HUGO MORALES G.
La Zona Metropolitana Del Valle de México (ZMVM) reúne a más de 22 millones de personas en 16 alcaldías de la Ciudad de México (CDMX), 59 municipios del Estado de México y uno de Hidalgo. Es la más grande de América Latina y la novena del mundo. La Secretaría de Turismo federal indicó que (datos del World Economic Forum, WEF), México recibió a 39.3 millones de turistas, con lo cual avanzó siete lugares en el ranking mundial al pasar del lugar 30 en el 2015 al 22 en el 2017. De esa cifra, 30 millones visitaron la CDMX y dejaron una derrama económica de 170 mil millones de pesos. Pareciera una promete- dora bonanza económica. Sin embargo, según el informe “Actividad Turística de la Ciudad de México Indicadores 2007- 2017”, hubo poco crecimiento en ese periodo.
Gran inhibidor de la disminución del turismo en México y en la CDMX es la violencia criminal y la generada en la lucha contra el narcotráfico. México se convirtió en un país inseguro y con frecuentes alertas de Estados Unidos, Canadá y naciones europeas, para que sus nacionales evitarán tierras mexicanas. La lucha entre grupos del narcotráfico, y la participación de las Fuerzas Armadas en su combate, incrementaron la violencia.
Los gobiernos de Andrés Manuel y Marcelo Ebrard, supieron controlar a la delincuencia organizada, y lograr que el entonces Distrito Federal, fuera una burbuja de seguridad donde la gente podía pasear, caminar en la noche, acudir a restaurantes, cafeterías, sin riesgo alguno. Una ciudad refugio que atrajo a paisanos que venían huyendo de la violencia en sus estados, en búsqueda del remanso capitalino.
El incremento de la violencia delincuencial y el fallido modelo de seguridad para contrarrestarla, se extendió a la capital del país y encontró a un Miguel Ángel Mancera, incapaz y negligente. Negar una y otra vez lo que ocurría en la CDMX, ante lo cual analistas, investigadores y organizaciones especializadas reclamaban un plan de seguridad urgente. En cambio, Mancera y equipo recitaban como cantaleta que en la CDMX no había delincuencia organizada, sino solo algunos grupos de narcomenudistas. Mancera se comportó como como un alcohólico que niega su adicción, alejándose de un tratamiento médico adecuado. Hoy, vivimos con ejecuciones, decapitaciones, desmembramientos, enfrentamientos públicos, secuestros, extorsiones y con la operación de diversos cárteles de la droga locales y nacionales e internacionales.
El gobierno que asume Claudia Sheimbaun tendrá una dura tarea. No le será posible echar la culpa a la autoridad central, como cuando negaba que cárteles de narcotraficantes operaban en Tlalpan. No hay pretexto ahora que toma el mando. Ella enfrentará una ciudad violenta. La Alcaldía de Cuauhtémoc ocupa el primer lugar en narcomenudeo, robo a transeúnte y robo con violencia, seguida por Venustiano Carranza, Miguel Hidalgo, Iztapalapa y Coyoacán. Azcapotzalco, Xochimilco e Iztacalco encabezan el robo a vehículos. En violaciones, Cuauhtémoc, Gustavo A. Madero e Iztapalapa están al frente. La trata de personas ocurre sobre todo en Benito Juárez, Coyoacán y Miguel Hidalgo. El homicidio doloso se centra en Gustavo A. Madero, Cuauhtémoc y Venustiano Carranza.
En México existe un Triangulo Dorado del narcotráfico: Sinaloa, Durango y Chihuahua. En la CDMX, lo tenemos en Cuauhtémoc, Gustavo A. Madero y Venustiano Carranza, lugar donde se ubica Tepito y sus colindancias, la zona más violenta. Combatir la violencia con más violencia, no es opción.
Sheinbaum debe escuchar a organizaciones de la sociedad civil especializadas en seguridad y participación ciudadana. Como académica, es de esperar que no incurra en descalificarlas.
La violencia en la CDMX puede ser atendida sin militarizar, ni aún con Guardia Nacional. La capital del país está en sus manos.
