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Temores de Serrano

Serrano supo leer su futuro. Por eso buscó y logró una curul, que teóricamente lo protege con su fuero, ante inminentes investigaciones del Gobierno de Claudia Sheimbaun sobre su gestión como Secretario de Gobierno y titular de la Secretaría de Movilidad.

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Hugo Morales Galván

La rueda de la fortuna en la vida política es implacable. Gira todo el tiempo. A veces con mayor rapidez, en otras pareciera detenerse. Pero vuelve a rotar. Quienes estuvieron arriba y no se marearon, disfrutan el descenso. En contrario, hay quienes ruegan por no volver.

A este tipo de personajes responde el líder de la corriente Vanguardia Progresista (VP) del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Héctor Serrano, flamante diputado federal. Alegando que el PRD ya no lo representaba, renunció a su militancia pero no a su curul en San Lázaro.

El otrora poderoso secretario de Gobierno del Distrito Federal, hoy Ciudad de México, dominó a su antojó la gestión de Miguel Ángel Mancera y le supo vender la idea de que podría ser Presidente de México. Perverso uno, iluso el otro. Se asumió primero como futuro coordinador de la campaña de Mancera, luego se ubicó como posible Secretario de Gobernación, e incluso desdeño algún cargo de representación proporcional, seguro de que ganaría y no necesitaría fuero.

A quien quisiera escucharlo, puso su alfombra verbal hacia Mancera. Denostaba a Andrés Manuel López Obrador y a su ex jefe Marcelo Ebrard, en particular. Serrano despachaba a manos llenas recursos públicos para ganar y someter voluntades políticas. Decidió el futuro o el fin de muchos compañeras y compañeros suyos. Premio a unos, castigó a otros. Siendo el “estratega” de Mancera nadie quería enfrentarlo.

Pero perdió. El PRD bajo su virtual conducción se desbarrancó. Hoy es un remedo de partido de cuyos restos, aún hay quienes pelean su representación.

Serrano supo leer su futuro. Por eso buscó y logró una curul, que teóricamente lo protege con su fuero, ante inminentes investigaciones del Gobierno de Claudia Sheimbaun sobre su gestión como Secretario de Gobierno y titular de la Secretaría de Movilidad.

El voto obtenido por Morena permite que no tenga que buscar ninguna legitimización. Pero por la misma fortaleza dada por la ciudadanía, está obligada a investigar los casos emblemáticos de corrupción en que Serrano y sus aliados están involucrados. Serrano no sería chivo expiatorio alguno, sino que, por el contrario, el gobierno capitalino estaría dando un ejemplo de lucha contra la corrupción. De paso, sería motivo de festejo para muchas y muchos de sus ex compañeros a quienes desdeñó y lastimó.

Su esquelética Vanguardia Progresista no lo protege de nada. Mantenerse en PRD era tener que sujetar sus decisiones personales al grupo legislativo y a la dirigencia política. Esto no se lo podía permitir. Por eso renunció. Porque sin responsabilidad alguna con el PRD, podría vender su voto –y el de su séquito, en el que figura Mauricio Toledo— al mejor postor. Buscando impunidad.

Tan dado a tener imágenes de personajes latinoamericanos en lo que fue su despacho en el viejo Palacio del Ayuntamiento, no quería asemejarse al peruano Abimael Guzmán, ex líder de Sendero Luminoso, con su vestimenta a rayas dentro de una jaula expuesta al público.

Por ello no debe de extrañar que la mayoría calificada lograda por Morena y sus aliados (PT, PES, PVEM) para aprobar el Presupuesto Federal para el año 2019, contó con los votos Serrano y grupo de perredistas alentado por él.

Mientras el perredismo dio batalla con su menguada fuerza en contra de la Guardia Nacional, Serrano empujó la división para complacer a Morena y al Presidente Andrés Manuel López Obrador, para lograr la mayoría calificada.

¿A qué le teme? ¿Cree que la sumisión a Morena le permitirá salir indemne de cualquier investigación? Parece ilógico. Pero ese es su racionamiento primario. Por ello, dejó la actitud valentona de acusar a Ebrard y a Mario Delgado, ex Secretario de Finanzas del GDF y actual líder de Morena en San Lázaro, por las irregularidades de la línea 12 del Metro.

En un reciente artículo periodístico, justifica su voto y la de sus cinco lobitos del PRD en el tema de la Guardia Nacional, hablando de gobernanza, porque, en serio, así lo dijo, “oponerse a lo dicho por el Presidente, anteponiendo intereses personales o partidistas, es actuar con mezquindad y egoísmo”.

El problema de personajes como éste en particular es que perdieron la perspectiva de lo que son. Nadie confiará a sabiendas de su gusto por la traición.

Hay de marxistas (Carlos) a marxistas (Groucho). Pero la frase es ejemplar: “Estos son mis principios… si no le gustan, tengo otros”. No nos extrañe que ahora llame a cerrar filas con Andrés Manuel.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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