Hugo Morales Galván
El “Tomate” miente. En cuartilla y media se declaró “independiente” del Partido de la Revolución Democrática (PRD) porque, según él, es objeto de represalias votar a favor del Presupuesto Federal 2019 (el mismo que redujo recursos a la búsqueda de personas desaparecidas, el que recortó en 50 por ciento el dinero para Estancias Infantiles, entre otros rubros), y el Dictámen para la creación de la Guardia Nacional. Una Guardia que por cierto para convencer, Morena dice que es es similar a los Carabineros de Chile. Vale la pena decir a Toledo y a Morena, que el Golpe de Estado que derrocó a Salvador Allende en 1973, fue llevado a cabo por el Ejército, la Marina, la Fuerza Aérea y los Carabineros, que instalaron una Junta Militar y una dictadura que se prolongó durante 17 años.
El síndrome de Juan Escutia se apoderó del “Tomate”. Se envolvió en la bandera de la dignidad, se subió a un escritorio y se arrojó al piso. Tan corrupto como cobarde. Pupilo de los “Chuchos” y ahora de Héctor Serrano (el otro “independente”), vive una vida cómoda producto del diezmo que él y su hermano Nelson arrebatan a servidores públicos. Como cuota del PRD, Nelson fue designado en un cargo administrativo en el ex Instituto Electoral del Distrito Federal. Fue grabado cobrando el diezmo a trabajadores a quiens el PRD y su hermano habían conseguido plazas. No pasó nada. Siguió como cobrador de los diezmos.
El “Tomate” ha sido peor. Cuatro veces diputado, local y federal, una vez Jefe Delegacional, aparte de las acusaciones de corrupción, carga con su posible involucramiento en la muerte de Manuel Sayavedra (2015), Óscar Fabila (2016) y Martha Patricia Reyes (2018).
Si la educación, los principios, los valores, se adquieren casa, alguien miente. El “Tomate” y su hermano, o su padre y su madre. O todos juntos. Lo cierto es que viven holgadamente como no lo podrían hacer en Santiago de Chile.
En una entrevista pagada en un diario mexicano el 20 de junio del 2013, Nelson Toledo Galvez, el papa del “Tomate” asegura que participó en la lucha armada contra la dictadura militar y haber sido “alguien importante” en la esructura del Partido Socialista de Chile (PS. Cuenta que fue torturado y a punto de ser fusilado, pero por fortuna las gestiones de su esposa Rosa Clementina Gutiérrez lograron sacarlo de prisión y México los recibió como exiliados. Ella, embarazada de un varón al que nombraron como el padre. Entonces, cuenta Toledo Gávez encontró la vida, la libertad y la democracia. Su segundo hijo, Mauricio, habría de nacer en México en 1980.
Era de esperarse que con una historia de ese tipo, la familia Toledo Gutiérrez fuera reconocida por su aporte a la cultura, a la investigación. Pero no. El padre vividor de la riqueza que sus hijos roban a trabajadores. Su esposa Rosa Clementina, recibía puntualmente 60 mil pesos mensuales de Alejandro “El Chino “ Robles, quienes rompió con el “Tomate” y ante las amenazas en su contra debió abandonar el país. Canadá validó sus denuncias y le concedió el asilo.
Toledo Gálvez y su hijo Nelson también fueron denunciados por Saraí Zúñiga en septiembre del 2017, tras amenazarla para que dejara de denunciar sus corruptelas.
La corrupción es la sombra del “Tomate” a cada paso. Es de entenderse que su mentor politico lo proteja y hasta lo instruya de declararse víctima de persecución política. El problema de Toledo es que está podrido.
Al igual que su guía, Héctor Serrano, el “Tomate” busca vender la historia de que es prseguido político por acompañar el proyecto del “Presidente López Obrador”. Están buscando que Morena muerda el anzuelo para aceptarlos en sus filas. La única posibilidad es que pese a lo dicho por Mario Delgado y Claudia Sheimbaun, el pragmatismo morenista los acepte para lograr la ansiada mayoría calificada en la Cámara de Diputados.
Cierto es que nada imposible es. Pero al “Tomate” y a Serrano, Morena no les perdona la violencia, las amenazas, los hostigamientos y el uso del aparato de gobierno en su contra. Gente de Toledo reventaron el mítin de Sheimbaun en Coyoacán, tras lo cual murió Martha Patricia Reyes.
En alguna reunión de amigas y amigos chilenos en México, ávidos lectores profesionistas clasemedieros, toqué el tema del “Tomate”. Hicieron mohín de asco y desinterés.
El “Tomate” y su familia están desacreditados entre las familias chilenas que se quedaron a vivir en México, y cuyas hijas e hijos laboran en dependencias públicas o dan clases, o decidieron regresar a Chile. La corrupción de los Toledo Gutiérrez es una mancha de vergüenza para ellos. ¿Les invitarían un pisco?, dije sarcástico. Ni de broma, se roban la botella y el vaso, respondió uno de ellos. Un “Tomate” podrido.
