Por Elena Chávez
@88ElenaChavez
Ante la grave situación que enfrentan los damnificados del 19S en la CDMX, surgen muchas preguntas: ¿le alcanzará el tiempo al gobierno local para resolver las demandas de los cientos de afectados? ¿tiene la disponibilidad presupuestal suficiente? ¿cuánto tiempo más deberán pasar en las calles quienes a partir de estos acontecimientos se encuentran en pobreza patrimonial?
Sin superar la pérdida de personas queridas, se necesita de un memorial para recordar que la corrupción y la falta de programas de protección civil enterraron, entre toneladas de polvo, a niños, jóvenes y adultos.
Nuevamente el gobierno que encabeza José Ramón Amieva se equivoca: los deudos de las víctimas, los que perdieron su casa, la sociedad en general, no queremos más monumentos como la Estela de Luz que representa, en todo su esplendor, la inmoralidad de quienes nos gobiernan.
Forzado a mirar de frente a quienes integran el grupo Damnificados Unidos del Multifamiliar Tlalpan, el Jefe de Gobierno acudió la madrugada del pasado jueves 31 de mayo a un encuentro con los afectados que habían bloqueado Calzada de Tlalpan; el objetivo: obligar al más alto funcionario de la capital a escucharlos, lo que en su momento se negó a hacer Miguel Ángel Mancera, un tú a tú con los enfurecidos vecinos que saben que en proceso electoral tienen la fuerza.
La reunión fue tensa, difícil, agobiante para Amieva, que aguantó, más por necesidad electoral que por sensibilidad, los cuestionamientos de los damnificados porque no fueron consultados para crear un memorial donde los nombres de sus hijos, hijas, hermanos, hermanas, padres y madres fallecidos fueran escritos para la eternidad o hasta que un nuevo sismo los borre para siempre.
El reclamo subió de tono: el proyecto ganador del Memorial del 19S lo gestaba el gobierno capitalino con el ADN de la corrupción, el ganador era el mismo coautor de la polémica Estela de Luz, Martín L. Gutiérrez Guzmán, pero también porque no fueron consultados, porque un memorial debiese cumplir una misión más alta, convertirse en un verdadero centro de capacitación en materia de protección civil y resiliencia, y más, mucho más.
Amieva no la tuvo fácil, no la tiene fácil. Dejó empeñada su palabra de suspenso del proyecto de memorial para consultar a los ciudadanos, a los afectados; y ahora tendrá que sentarse a dialogar con los diferentes grupos de damnificados y hacer lo que hace un verdadero funcionario público: funcionar, ser un buen servidor público; es decir, servir a sus gobernados, aunque no haya llegado al cargo por voto directo.
Quizá para él sea la parte más difícil, responder por lo que otro dejó inconcluso. La bomba de tiempo que representa la inconformidad heredada es de dimensiones mayúsculas; debe acelerar el paso, porque han pasado más de ocho meses desde el trágico 19S, porque la votación de 1 de julio está a la vuelta de 25 días.
¿Tiene realmente tiempo para evitar el voto de castigo de los enojados damnificados? No, y es lamentable, lamentable porque todavía hay campamentos de afectados; lamentable porque es el prestigio de un gobernante lo que está en juego, lamentable porque no basta con tener buena voluntad, lamentable porque puede ser el otro damnificado del sismo.
Solicitar paciencia, tolerancia, aguante, a los que están sufriendo hasta que pase la ola electoral raya en el absurdo, y es más absurdo pedir a los afectados que acepten créditos nuevos, como si no hubiesen saldado su deuda con anterioridad.
Sólo quisiera recordar que un número significativo de damnificados son adultos mayores, por sí mismos vulnerables, y ahora doblemente vulnerables por encontrarse en pobreza patrimonial.
¡No te equivoques, Amieva!
