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TROYA / Dignidad vs. bajeza

Urzúa en su sorpresiva renuncia no dio nombres de los personajes que mueven los recursos públicos del país, fue el propio presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador quien confesó que uno de los influyentes de su administración es Alfonso Romo, el empresario neolonés que, entre muchos otros, era o es quien se inmiscuía en el trabajo y responsabilidad del ex titular de Hacienda.

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Elena Chávez González

Pues no, ni la detención del abogado Juan Collado tuvo el impacto que esperaba el gobierno federal para debilitar el duro golpe que el ex secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, le dio al rostro de la honestidad y la transparencia que se presume tiene la cuarta transformación. La denuncia-renuncia de quien manejara por siete meses los dineros del país ya manchó el plumaje del presidente Andrés Manuel López Obrador con lo que más odia: la corrupción.

No obstante, el arribo casi inmediato de Arturo Herrera a la Hacienda pública, el terremoto Urzúa puso a temblar al peso mexicano y al propio presidente de la República que, en venganza, y eso que no es rencoroso, se encargó personalmente de atacar a quien por años fuera su amigo, al acusarlo en la conferencia mañanera de haber sido el culpable de la renuncia de Germán Martínez al IMSS.

Esta vez no le funcionó su estrategia, los mexicanos quieren respuestas de las acusaciones directas que hizo el economista de que ahí sí, en la Secretaría de Hacienda hay manos negras que mueven equivocadamente las finanzas del país con el permiso y beneplácito del hombre que despacha en Palacio Nacional.

Urzúa en su sorpresiva renuncia no dio nombres de los personajes que mueven los recursos públicos del país, fue el propio presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador quien confesó que uno de los influyentes de su administración es Alfonso Romo, el empresario neolonés que, entre muchos otros, era o es quien se inmiscuía en el trabajo y responsabilidad del ex titular de Hacienda.

¿Qué tienen que hacer el jefe de la oficina de la presidencia entrometiéndose en dependencias que no le corresponden? La culpa, en todo caso no es de Romo, sino del propio mandatario federal que permitió el abuso del empresario y sobajó la autoridad de quien por décadas fue su incondicional.

El daño hecho está. La desconfianza empresarial de por sí ya mermada está en crisis a pesar de lo que diga el propio jefe del Ejecutivo y el ahora titular de Hacienda, Arturo Herrera, quien ha aguantado fuertes descolones públicos de su jefe al desmentirlo en el caso de la refinería Dos Bocas y de la posibilidad, no descartada, de que en un futuro cercano regrese el cobro de la tenencia.

Ni el golpe al peso, ni a la caída de la Bolsa Mexicana de Valores sirvió para que López Obrador reflexionara sobre la crisis económica y política que tiene encima; para aceptar con humildad que hay “mano negra” que tiene interés creado en su administración y que, en honor a su compromiso de transparentar lo sucio, anunciara una investigación sobre la denuncia de Urzúa.

Sucedió todo lo contrario, se negó rotundamente a promover una investigación negando que exista algún indicio de corrupción y se lanzó contra su excolaborador para decirle que su intención al frente de la secretaría de Hacienda era perpetuar la política neoliberal que, según él, ya está abolida.

Con la alevosía y ventaja que le da el ser el Presidente de este país, lo comparó con dos ex secretarios de Hacienda del pasado que lo persigue, José Antonio Meade y Agustín Cartens que, con todo y su neoliberalismo, mantuvieron las finanzas de México sanas y con un crecimiento de más del 2 por ciento.

La cerrazón del primer mandatario es abrumadora; genera todo tipo de sentimientos en los mexicanos que no están de acuerdo en su política de gobierno; sobre todo alerta en el sentido de que de seguir así llegará el momento de una recesión que ni el propio creador del universo, Dios, ni Alfonso Romo o Arturo Herrera podrán salvar a México del desastre económico.

Esa actitud de proteger por sobre sus propios amigos y colaboradores al empresario regiomontano es enfermiza, despierta suspicacias y subraya que nada ha cambiado con respecto a las anteriores administraciones en materia de corrupción e influyentismo.

Como sea, Carlos Urzúa se fue como un héroe para millones de mexicanos que vieron en su renuncia una dignidad que les falta a muchos del gabinete, a quienes el presidente Andrés Manuel López Obrador ya les dijo entre líneas que la puerta de la cuarta transformación está abierta para quienes no lo obedezcan.

Dignidad contra bajeza ¿quién seguirá?

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