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TROYA / El karma en la 4T

¿Cuál fue el pecado que cometió Yáñez para estar en la presidencia sin estar? Se dice que la portada de la revista Hola fue el motivo por el que el presidente Andrés Manuel López Obrador lo tiene en bajo perfil, congelado, aislado… ¿Y todo lo que hizo César por el presidente ya se le olvidó?

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Elena Chávez González

Mucho se habla de que en Palacio Nacional hay fantasmas que lloran sus pesares, lo que no se dice es que ronda una energía llamada “karma” que empieza a cobrar justicia sobre las acciones de traición de quien muy pronto vivirá en ese inmueble: el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien ha sido un ser despiadado e ingrato con quienes más le han servido y equivocadamente lo han colocado en un altar como si en verdad fuera una deidad.

Siempre se menciona que el autoritarismo es una característica que retrata de pies a cabeza a López Obrador; del miedo que provoca entre los integrantes de su gabinete caer de su gracia y bendición, lo que nadie se atreve a decir es que el jefe del Ejecutivo federal carece de un valor moral fundamental en un ser humano: el agradecimiento.

¿Por qué lo digo?

Hace algunas semanas leí una columna política que llevaba por título “El fantasma de Palacio”, referente a la situación laboral en la que se encuentra quien fuera el más cercano colaborador de López Obrador: César Yáñez. No sé hasta que punto sea verdad lo que se cuenta, lo que si puedo asegurarles es que el ex vocero del hoy presidente de la República dio no sólo su tiempo, sino su vida entera para apoyar a quien despacha en Palacio Nacional.

Nadie, ni siquiera la esposa o los hijos del primer mandatario hicieron lo que César Yáñez hizo por López Obrador: trabajar jornadas de más de 15 horas a su lado; viajando sin comer horas enteras por carretera para llegar a los pueblos más recónditos del país; servirle de fotógrafo, camarógrafo, reportero, enlace, confidente, enfermero, chofer, era, efectivamente, como lo dijo el propio gobernante antes de asumir el poder, el todólogo del entonces candidato.

César, el amigo, llegó incluso a realizar actividades que en lo personal no le gustaban:  levantarse muy temprano para acompañar a López Obrador a ejercitarse después de que le dio el infarto que estuvo a punto de matarlo. Entre los cuidados médicos el hoy primer Mandatario debía hacer por lo menos veinte minutos de caminadora o bicicleta para bajar de peso y su fiel escudero, delgado de por sí, hacía lo mismo para motivarlo mientras le informaba de lo que se decía en la prensa.

Yáñez, hay que ser justos, estaba al pendiente de que los medicamentos de su jefe no le faltaran, personalmente iba a la farmacia a comprarlos porque la esposa del presidente siempre estaba de viaje.

Quien ahora tiene el cargo de Coordinador de Política y Gobierno pasó años con el celular prendido de día y de noche para escribir los mensajes que el jefe de los morenistas quería subir a las redes sociales; se ocupaba hasta de que el tabasqueño luciera pulcro en las entrevistas, supervisaba camisas y trajes, peinado y hasta zapatos; revisaba discursos y aguantaba, en silencio, el mal carácter del señor que despacha en Palacio Nacional creyéndose un monarca.

En pocas palabras, su vida no era suya, era de Andrés Manuel López Obrador.

¿Cuál fue el pecado que cometió Yáñez para estar en la presidencia sin estar? Se dice que la portada de la revista Hola fue el motivo por el que el presidente Andrés Manuel López Obrador lo tiene en bajo perfil, congelado, aislado… ¿Y todo lo que hizo César por el presidente ya se le olvidó?

De ninguna manera pretendo convertirme en defensora de César Yáñez, los humanos más temprano que tarde pagamos las consecuencias de nuestras acciones, lo que trato de exponer es que el presidente López Obrador siempre sacrificará a quien sea con tal de que su imagen de honestidad, muy cuestionable, por cierto, no se manche con los errores de otros o con los propios.

El tabasqueño podrá engañar a miles, a los treinta millones de personas que votaron por el él en la pasada elección, pero jamás al “karma” que lo vigila, lo escudriña, le guarda sus malas acciones para en su momento, como ya empieza a suceder, escupirle en la cara lo que es: un hombre frio, ambicioso, mal intencionado, incapaz de sentir amor por nadie más que por sí mismo.

Durante doce años logró, a costa de muchas personas que ha dejado en el camino, ser lo que hoy es y estar donde hoy está, pero nunca esperó ser calificado de la misma manera que a sus antecesores, el karma está trabajando y será despiadado como lo es él y tal vez no lo congele, ni lo aísle como lo hace con sus subordinados, sino lo condene como el peor de todos los presidentes en la historia de México.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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