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TROYA / ¿Por qué se enoja AMLO?

En muy poco tiempo, sólo tres meses, las incongruencias del nuevo gobierno electo ya han dado mucho, pero en verdad mucho de qué hablar…

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Elena Chávez González

Lo malo es que, sin serlo todavía, desde que le favorecieron los resultados electorales del 1 de julio él mismo se colocó la banda presidencial bajo la camisa.

Era tan grande su afán de ser Presidente, una ansiedad, una obsesión guardada durante décadas, que al alcanzar ese propósito el impulso del ego lo orilló a sentirse el non plus ultra del Edén; no tuvo la cordura de guardar los tiempos y de inmediato se puso a despachar desde la casa de transición como si fuera Palacio Nacional de manera abierta, ni siquiera por debajito del agua, esa agua que aún no comienza a correr por su cauce natural oficial y ya le llega al cuello.

Me refiero, por supuesto, al presidente electo Andrés Manuel López Obrador, un caso sin lugar a dudas único en la historia electoral de México, aunque para muchos cueste trabajo aceptarlo.

En muy poco tiempo, sólo tres meses, las incongruencias del nuevo gobierno electo ya han dado mucho, pero en verdad mucho de qué hablar, sobre todo porque él y la gente de su primer círculo han puesto a rodar un gran rollo de tela de donde cortar para hacer crítica y hasta morbosa mofa.

Sin embargo, más que críticas son lamentaciones, tristezas, amarguras, desilusiones y confusiones en la gen- te que como bien dice Jesús Ramírez,

vocero de López Obrador, aún sin comenzar oficialmente a gobernar desde ese Los Pinos que no quiere, ya presiente que le están fallando y considera esas promesas de campaña como vulgares patrañas surgidas del insano deseo de poseer y ostentar el poder por el poder mismo.

No tiene caso enumerar los controvertidos casos de desencanto, de una sospechosa doble moral tan cuestionada por el presidente electo y atribuida a sus adversarios en campaña.

Pero podemos comenzar por el hecho de meter a su proyecto de gabinete a Manuel Bartlett, su sospechosa cercanía con Elba Esther Gordillo, sus reuniones privadas con el presidente Enrique Peña Nieto, su intervención en la ficha final del fenecido TLCAN que ahora se traduce en el inglés de Trump como Acuerdo Comercial Estados Unidos-México- Canadá y que a los mexicanos no convence; de sus nombramientos de futuros encargados de encausar la cultura en México, hasta escandalosos eventos sociales… y de pilón el “Mijis”.

Sus contradicciones de todos los días; que si, que no, la construcción del aeropuerto en Texcoco, la consulta que los propios pobladores machete en mano calificaron como “juego”; los besos en lugar de balazos anunciando incremento de soldados y su cantaleta de que no son igual a los del régimen priista que en los hechos lo desmienten sus senadores y diputados otorgándose aguinaldos no devengados.

Pero el hecho de que su caso se haya dado como inédito en materia de impacto social y trascendencia histórica, no lo describe como el paladín de la justicia social con el cual los mexicanos siguen soñando, pues no debe olvidarse que los enfurecidos ciudadanos anti sistema no votaron para que él ganara, sino para que perdieran y se fueran los que han estado durante muchas décadas.

Todo ha hecho crisis en el temperamento del tabasqueño, del amor pasa al odio, del odio a las amenazas y de las amenazas a la reconciliación. ¿Por qué se enoja AMLO?

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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