Elena Chávez González
Nada me gustaría más que iniciar esta columna diciéndoles que llegamos a la tierra prometida, lamentablemente no es así, la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum ha dado un enorme salto, pero, hacía atrás; lo logrado en materia de derechos humanos y animales en la última administración se ha perdido, el desempleo sube como la espuma, la economía se debilita y la inseguridad es una epidemia que no puede controlar, mucho menos erradicar.
Si a esos pequeños detalles le sumamos la incapacidad que han mostrado la mayoría de los diputados de Morena en el primer Congreso de esta ciudad, la situación es de dar miedo; los legisladores asemejan más a un grupo de marionetas que mueven desde el antiguo palacio de gobierno donde despacha Sheinbaum.
Si además de todo lo anterior agregamos que en tres meses de gobierno los integrantes del gabinete de Sheinbaum se han dedicado a culpar, lo que ya sabían, de todos los males a los anteriores ex jefes de Gobierno para justificar su mediocridad la situación es de terror. La realidad es que ¡no dan una!
En esta columna quiero referirme exclusivamente a la torpeza con la que han actuado las y los diputados del Movimiento de Regeneración Nacional con respecto a la Constitución de la Ciudad de México: en ciento ochenta días no han tenido ganas de hacer las leyes secundarias que mandata la carta magna, tal vez porque fue un logro de Miguel Ángel Mancera y no quieren reconocerle nada, al contrario, hay que echarle la culpa hasta de sus acciones pusilánimes.
De entrada, no se puede responsabilizar a la manada de la actuación de su líder, Ricardo Ruiz, quien ha sido siempre “segundo” del ahora subsecretario de Derechos Humanos de lo que queda de la Secretaría de Gobernación, Alejandro Encinas, quien lo puso de su suplente para que ¡no haga nada!
Encinas que fungió como presidente de la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México por culpa de Miguel Ángel Mancera tenía, porque dudamos que aún lo tenga, el compromiso moral y político de construir las leyes secundarias a un documento que él mismo calificó como progresista e innovador y que ahora espera en el congelador legislativo.
Si bien Alejandro anda muy ocupado descubriendo fosas clandestinas, tratando de averiguar dónde están los jóvenes estudiantes de Ayotzinapa, cuidando migrantes, queriendo recuperar los cuerpos de los mineros en Pasta de Conchos, ofreciendo disculpas a periodistas y siguiéndole la corriente a su jefe, el presidente Andrés Manuel López Obrador, por lo menos debiera llamarle la atención a su ayudante (Ricardo Ruiz) que no sabe decir otra cosa más que “no” a todo lo que se le propone en el Congreso.
El funcionario federal debe recordar que cada garantía escrita en la Constitución de la CDMX responde las aspiraciones y a la labor de las y los ciudadanos que hoy los colocaron en esa honrosa labor de servirles.
Si no basta con el llamado al subsecretario de Derechos Humanos de la Segob para que los morenistas en el Congreso local saquen adelante las leyes secundarias, entonces hay que decirles a Olga Sánchez Cordero, titular de Gobernación; Porfirio Muñoz Ledo, presidente de la Cámara de Diputados que se asumieron como diputados constituyentes por culpa de Enrique Peña Nieto y Miguel Ángel Mancera, respectivamente, quienes prometieron honrar y hacer honrar la carta magna capitalina.
Especificar cada artículo de los 71 que la integran y 39 transitorios ocuparía un gran espacio en esta columna, por lo que mencionaré solamente algunos derechos vitales y trascendentes para esta ciudad y para sus habitantes: voluntad anticipada y muerte digna, aborto, uso de la mariguana con fines medicinales, fuero, revocación de mandato, reelección y, obviamente, el de los seres sintientes.
La transformación no ha llegado a la Ciudad de México, lo que vemos es un Congreso a modo y un gobierno lleno de pretextos para exculparse….
