Por Fernando Díaz Naranjo
@fdodiaznaranjo / [email protected]
De las muchas lecturas que podemos hacer respecto de la elección de la Ciudad de México encontramos, sin duda, la contundente victoria de Claudia Sheinbaum Pardo con el 47.05% de los votos con la alianza encabezada por su partido político Morena, así como con el PT y el PES. Esto significó que por dicha opción política votaron más de 2 millones 500 mil electores de los casi 5 millones 400 mil que asistieron a las urnas el uno de julio. Esto significó una participación del 70.42% de los más de 7 millones 600 mil capitalinos.
Sin embargo, no es la cifra más alta que algún candidato a la Jefatura de Gobierno alcanza. En la elección de 2012 se tuvo un triunfo mayor, pues bajo la figura de “candidatura común”, una alianza entre tres partidos políticos (PRD, PT y MC) alcanzaron con Miguel Ángel Mancera al frente un 63.58% de los votos emitidos por los defeños en aquel año, sin duda, una enorme victoria electoral.
Esta cifra hace una notable diferencia de alrededor 16% entre lo que obtuvo Mancera sobre Sheinbaum.
¿Qué pasó entonces con el enorme capital político de Mancera? Me parece que fueron muchos los factores que influyeron y fueron paulatinamente mermando las simpatías de los ciudadanos en la CDMX, entre los que apuntamos los que nos parecen los más destacados:
Una disociación entre el gobierno y las pugnas con el PRD que se reflejó en muchos enfrentamientos públicos.
Un gobierno integrado por cuotas que reflejaron señales encontradas que, a la luz de la ciudadanía solo era desorden.
Las políticas instrumentadas que muchas de ellas fueron en sentido contrario con las promesas de campaña.
El gobierno de Mancera también tuvo muy importantes aciertos que conocemos quienes le damos seguimiento a estos temas, pero desafortunadamente el grueso de la población simplemente las desconocía, es decir, hubo una muy mala comunicación para difundir los logros y alcances logrados por Mancera.
La elección intermedia de 2015 ya había demostrado en tan sólo tres años la pérdida de dicho capital político, toda vez que Morena se alzó con triunfos importantes en varias delegaciones y diputaciones locales. A la luz del tiempo parece que ni el PRD ni Mancera hicieron caso de esa primera alerta. La inseguridad actual ha sido un factor importante en la merma y debilitamiento de lo que en 2012 se convirtió en votos para Miguel Ángel Mancera y el PRD.
Sin lugar a dudas, el crecimiento y posicionamiento de Morena, principalmente por AMLO, fue un factor determinante.
Queremos advertir dos cosas: Primero, que cualquier gobernador tiene la obligación de cumplirle a la sociedad, atender sus demandas y necesidades, así como para gobernar para todos, llegar a acuerdos inclusive con las fuerzas opositoras en beneficio de los capitalinos.
Segundo, quedó demostrado que no basta con el número de votos obtenidos y la legitimidad que esto acredite si no se concretizan las promesas de campaña.
Los ciudadanos pueden ser el mejor aliado si estamos de su lado, o pueden convertirse en el verdugo de un candidato, partido político o coalición si las cosas no se hacen bien.
Esperamos, por el bien de los capitalinos, que empecemos a ver concretizadas las propuestas de campaña de Sheinbaum y los candidatos triunfadores. Los medios también seremos vigilantes de su actuar.
*Analista especializado en temas político electorales de la CDMX.
