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Investigación

Urge ventilar los alcances de Proaire

Durante décadas, la agenda ambiental en todo el país, incluida por supuesto la capital, era un asunto de menor importancia.

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Por Javier Ramírez

En plena temporada de ozono, tradicionalmente de contingencias ambientales, y a raíz de la primera que se decreta por ozono en el año, varias interrogantes rondan sobre este tema.

¿Vamos bien, mal, se ha avanzado, se progresa en el control de la contaminación atmosférica y la mejora de la calidad del aire en la Ciudad de México?

Lo cierto es que se desconoce el impacto puntual que ha tenido en la calidad de aire cada una de las acciones emprendidas, sobre todo porque no se han puesto en operación muchas otras que quedaron sólo en papel.

Durante décadas, la agenda ambiental en todo el país, incluida por supuesto la capital, era un asunto de menor importancia; relegada, no merecía atención por la simple y miserable razón de que no redituaba políticamente.

De la inacción de los gobiernos poco a poco se pasó, gracias a la presión de estudiosos y expertos de diversas áreas, así como de organizaciones y activistas, a diseñar políticas públicas para atender los problemas que cada vez se hacían más evidentes.

En 1995 se creó para la Ciudad el primer Proaire, que actualmente norma la tercera versión, vigente de 2011 hasta el 2020. Desde hace 23 años se han desarrollado poco más de 250 medidas para abatir la contaminación; se han tenido años muy complicados como en 2016 que debió aplicarse el Hoy No Circula a todos los autos, incluidos los doble cero, y otros menos, como podría considerarse el presente. Desde entonces, los esfuerzos por conocer a fondo el problema y causas de la baja calidad del aire capitalino han sido profusos.

Quien ha profundizado más en el tema ha sido el Centro Mario Molina, que ha desarrollado amplios estudios, incluso con la participación de instituciones y universidades extranjeras, que culminaron con la obtención de datos valiosísimos para los expertos. El más representativo de ellos ha sido el proyecto MILAGRO, por sus siglas en inglés, y que en 2006 logró la convergencia en la capital y su zona conurbada de más de 450 investigadores de 150 instituciones provenientes de 30 países.

Es decir, causas, efectos y consecuencias se conocen; el diagnóstico, puede decirse, inició desde la década de los 80 con la puesta en operación de la red de monitoreo atmosférico.

Ha habido avances, sin duda, mezquino sería no reconocerlo, pero esta debe ser una tarea constante, que no permite la politiquería, mucho menos las omisiones. Dinero tampoco ha faltado, pues las inversiones han sido millonarias a lo largo de estos años, sin embargo poco o nada se sabe del seguimiento y cumplimiento de los objetivos de los tres Proaire que se han implementado en la capital.

De hecho, hay varias medidas propuestas por los expertos en esos programas que nunca se implementaron o se ha hecho tan despacio, que el impacto que tienen es mínimo o simplemente se pierde. Entre éstos, destacan la lenta construcción y ampliación del sistema Metrobús en la capital y Mexibús en el Estado de México, así como la ignorada obligatoriedad de la verificación de emisiones para motocicletas, por citar sólo dos ejemplos.

Por ello es que los días con aire limpio en la Ciudad han sido pocos a lo largo de estos años, porque las recomendaciones de los expertos basadas en sus estudios no son tomadas a pie juntillas por razones políticas.

En los últimos años, la calidad del aire en la Ciudad de México depende en buena medida de las condiciones atmosféricas, no tanto de las acciones impuestas por las autoridades locales y federales.

De haberse implementado las medidas sugeridas, y de estar obligados los gobernantes a presentar los avances, así como las causas por las cuales van lento o no pudieron aplicarse, otro sería el aire que respirara esta urbe.

El ozono debería estar controlado desde tiempo atrás, el rango para decretar contingencia Fase 1 debió reducirse a los 100 puntos, y se tendrían que estar enfocando los esfuerzos en medir las partículas menores a 10 y 2.5 micras, y, a la par, desarrollar políticas públicas para controlarlas.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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