Urgen suelos sanos

Jorge X. López / Foto: Mario Salazar

Las áreas verdes de la Ciudad de México carecen de mantenimiento o éste es inadecuado, enfrentan una urbanización con exceso de concreto, tienen suelos con escasos nutrientes y sufren los efectos de la contaminación atmosférica.

Un diagnóstico elaborado por la Facultad de Arquitectura y el Instituto de Geografía de la UNAM hace siete años, refiere desde entonces que aun cuando las áreas verdes son aceptadas y requeridas como parte del equipamiento urbano, enfrentan graves problemas con su creación, protección y conservación.

El doctor José Omar Moncada Maya, quien participó en la elaboración de este documento, comentó que, si bien se han conservado zonas arboladas, como el Bosque de Chapultepec o el de San Juan de Aragón, los jardines o espacios más reducidos han ido en declive.

“El gran problema es que no hay labores de mantenimiento, o el que reciben es realmente muy poco, el hecho de recoger la hojarasca no significa una mejora de las condiciones de los árboles”, comentó el investigador.

Moncada Maya expresó que de nada sirve sembrar miles de plantas si no tendrán riego programado, suministro de nutrientes y fertilizantes, y cuidados constantes.

Afortunadamente, abundó, hay un cambio en la mentalidad y preparación de muchos técnicos especializados en arboricultura, desafortunadamente, continuó, esto no se refleja en la realidad.

El estudio en el que participó Moncada Maya revela que el suelo es tal vez el mayor de los problemas para el arbolado, pues se ha convertido en una “carpeta de material mineral que resulta de la mezcla de suelos, el relleno o la contaminación del terreno natural superficial (…), lo que trae como consecuencia limitaciones físicas y químicas para el establecimiento de las plantas”.

Debido a estas condiciones, los árboles en la Ciudad de México viven menos que en ambientes naturales, y resultan particularmente afectados los ubicados en alineaciones de calles y avenidas.

Referente a la contaminación atmosférica, el estudio cita investigaciones de la Universidad de Chapingo que demuestran que el efecto que producen el ozono, bióxido de azufre, fluoruros y las partículas del aire en especies arbóreas es la pérdida de vigor.

Por su parte, Martín Checa-Artasu, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, ubicó la falta de educación como un factor determinante en el deterioro de las áreas verdes.

Podrían, comentó, destinarse grandes cantidades de dinero para revertir la tendencia hacia la disminución de áreas verdes, pero de nada servirá si la gente no deja de ver al árbol como un lugar para que su perro orine, tirar basura, o atar cualquier cantidad de objetos.

“El panorama no es alentador”, lamentó Checa-Artasu, “la pasividad cívica en la mayoría de la población que piensa que todo lo tiene que hacer el jefe de gobierno, el delegado y si no lo hace, es porque es corrupto, eso es un error, lo que hace falta es una ciudadanía consciente, participativa y que reclame y reclame y reclame”.