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Capital Político

Vuelan perredistas a la libertad

Sufren porque su partido no les da la libertad de pensamiento y opinión.

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Adrián Rueda

Vaya caraduras resultaron los diputados perredistas que ayer renunciaron a su partido para formar su propia bancada “libre pensadora” en San Lázaro, algo por lo que siempre habían luchado… seguro eso está en sus respectivos historiales.

El problema no es que muerdan el lazo para zafarse del yugo del PRD, que no les permite trabajar “por el bien del país”, como es su sueño, sino las circunstancias en que saltan del barco.

Sufren porque su partido no les da la libertad de pensamiento y opinión, derechos consagrados en la Constitución, y tienen razón, pues ellos quieren apoyar con toda honestidad a Andrés Manuel López Obrador y no los dejan.

Sienten que el PRD es el partido maldito que no da esa libertad a sus legisladores, y menos si son plurinominales. Pero ellos son demócratas y como de pronto los iluminó el cielo y entendieron que habían estado equivocados por años, mejor se van.

Antes, en todos los años en que usufructuaron todo lo que pudieron a nombre de su partido, que estaba en el poder, no sentían que eran obligados a acatar la línea dictada sus patrones; sino que pensaban que libremente coincidían con las “sugerencias” recibidas.

Mejor aún, cuando a ellos les tocaba tirar o imponer la línea e insistían, “con buenas formas”, a sus compañeros en las cámaras que no se equivocaran, pensaban que solamente estaban orientando al rebaño para que no fueran a sufrir un traspié.

Ahora sienten que su deber es proteger a los ciudadanos por encima de todo, como cuando Miguel Ángel Mancera impusiera las fotomultas para atracar a los ciudadanos y enriquecer a sus amigos; pensaron que quería educar a su pueblo y había que apoyarlo.

Aunque muchos de sus compañeros de entonces se negaban a apoyar la decisión, los que hoy se fueron a la independencia creían que quien no obedecía no era un libre pensador, como hoy se proclaman ellos; era un traidor que merecía un castigo.

Más allá de que su ética y su moral no les permitan recibir órdenes para afectar al pueblo, deberían tener claro que un diputado plurinominal se debe a un proyecto común, no a una posición personal.

Si lo hubieran ganado en las urnas, pues entonces tendrían el derecho de decir que tienen compromiso con sus electores en su distrito, pero si te regalaron una curul sin haber ganado un solo voto, pues el cargo se lo debes a quien te postuló, ¿no?

Pero, claro, eso es cuando el partido que te postuló tiene el gobierno y todo el poder, pero no cuando está al borde de la desaparición y, además, te buscan porque tienes una colota que te pisen.

Qué rápido olvidó Mauricio Toledo, por ejemplo, que apenas hace unos meses operaba en Donceles las órdenes de su jefe político, al que hoy acompaña en San Lázaro, y que no admitían discusión —no “pensamiento libertario”— alguna.

Los que se fueron hacen bien en buscar impunidad a cambio de sus votos a favor de El Peje, porque deben hasta los jabones del baño de donde estaban, pero no se van a Morena porque no los aceptan, pero porque tampoco les conviene.

Jugarán el vital papel de bisagras para lograr la tan ansiada mayoría absoluta que le urge al gobierno pejista para pasar sus iniciativas, y cotizarán cada uno de sus votos; o les embarrarán la mano de billetes o les aplican la de abrazos, no balazos, y ellos felices.

Bien decían los viejos priistas: el arte de la política es comer estiércol sin hacerle gestos.

CENTAVITOS… Pobre PRD, y eso que aún no oficializan su salida Alejandra Barrales y Juan Zepeda, aunque ellos a Movimiento Ciudadano.

https://www.excelsior.com.mx/opinion/adrian-rueda/vuelan-perredistas-a-la-libertad/1297474

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