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¿Y si se consultara sobre el Metro?

Además de las acciones inmediatas de limpieza e imagen, el gobierno capitalino bien podría usar el ejemplo del Metro de Madrid…

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Alejandra Martínez

En 15 días la Ciudad tendrá un nuevo gobierno, en el cual, desde ya, recae la esperanza de la ciudadanía por percibir resultados inmediatos y un cambio visible que modifique mucho de lo que hoy se ha deteriorado, se encuentra en mal estado o es ya de plano inservible en la capital del país. La lista de problemas a resolver es larga, y hasta podría parecer interminable.

En correspondencia, la estrategia de la jefa de gobierno será priorizar las áreas más sensibles para el ciudadano. La seguridad, sin duda, es uno de los primeros puntos de la lista, el cual se atenderá con un equipo ya presentado la semana pasada. Pero los servicios y el transporte son otro aspecto que requiere intervención más que urgente, inmediata.

Una muestra del caos que existe en el tema del transporte público y el fracaso de los intentos por lograr un sistema articulado, eficiente, rápido y seguro, es la realidad que hoy vive el Metro. Apenas esta semana, durante dos días consecutivos, se reportaron fallas eléctricas en la línea 2, lo que ocasionó la suspensión del servicio y obligó a implementar una línea de autobuses gratuitos de emergencia. Los estudiantes llegaron tarde a la escuela y se reportaron miles de retrasos laborales.

¿Qué le ha pasado al Metro? Porque hoy ya no es el sistema limpio, rápido, seguro y eficiente que algún día fue. De alguna manera se ha ido deteriorando hasta convertirse en una red de estaciones sucias, que se inundan, atiborradas de ambulantes, en donde hay asaltos, acoso sexual y cortos circuitos. Aparte, los trenes que cada día tardan más en pasar, tienen los cristales grafiteados y son ellos mismos un mercado ambulante, explotado con agresiva insistencia por mafias de vendedores de piratería y mercancía robada.

El metro se descuidó por años. Se dejó de invertir en mejoras y mantenimiento, en compra de trenes y en general en sus instalaciones. Por si fuera poco, el gobierno saliente ha renunciado a su papel de imponer el orden y la gobernabilidad en el interior del sistema, integrado por 195 estaciones y que da servicio a más de 6 millones de personas al día.

Si el gobierno que inicia el 5 de diciembre quiere emprender acciones visibles, no de relumbrón sino que realmente beneficien a la gente, bien podría iniciar una intervención en el Metro, como las alcaldías ya lo están haciendo con el tema de los baches, pues los millones de usuarios que utilizan la red podrían ser un excelente termómetro para lo que el gobierno pueda emprender y lograr en poco tiempo.

Además de las acciones inmediatas de limpieza e imagen, el gobierno capitalino bien podría usar el ejemplo del Metro de Madrid que, como parte del llamado Plan Juncker, realiza obras de rehabilitación y modernización de su metro, que es mucho más grande que el nuestro, pues tiene 301 estaciones y da servicio a 626.4 millones de usuarios al año.

El proyecto Juncker consiste en realizar 23 “obras o activaciones” en instalaciones, trenes, vías, señalizaciones, control y venta de boletos, subestaciones eléctricas, modernización de estaciones, ventilación en túneles y trenes, videovigilancia y prevención de incendios. Los trabajos a realizar no contemplan la construcción de nuevas líneas, pero sí un mejoramiento radical y profundo de lo que ya está, con el propósito de ofrecer un servicio mejor, de elevar la calidad.

Muchos problemas del Metro en la nación europea son similares a los que vivimos en la Ciudad de México, pero aquí la particularidad radica en que el Sistema, que por años fue ejemplo y eje articulador del transporte, hoy está en abandono, mientras otros, como el Metrobús, han recibido mucha más atención, sin que por ello hayan podido convertirse en una alternativa totalmente funcional para el usuario.

En otras ciudades y países los gobiernos han decidido frenar la construcción de obras, no sólo como medida de austeridad sino para destinar esos recursos a dar mantenimiento a lo que ya se tiene. Nuestra ciudad cuenta con infraestructura y toda una serie de obras que funcionan prácticamente a medias porque les falta mantenimiento, y es allí donde existe una buena oportunidad para el nuevo gobierno de realizar mejoras que los capitalinos podrían ver y sentir en un breve lapso de tiempo.

Si a los usuarios del Metro se les consultara si prefieren más líneas de Metro o mejorar el servicio en la red ya existente, a fin de que los trenes pasen con la frecuencia original de dos a 4 minutos, según la línea, que no haya robos, ambulantes, inundaciones, cortos y todos los inconvenientes que a diario se presentan ¿cuál cree usted que sería la respuesta?

Un triste ejemplo del abandono que hoy vive el Metro es la estación San Antonio Abad, de la línea 2, cerrada en septiembre de 2017 luego de los sismos, que afectaron diversos edificios de los alrededores. Todavía hoy, 14 meses después, el acceso oriente está cerrado, lo que obliga a por lo menos la mitad de los usuarios a pasar de un lado a otro de la calzada de Tlalpan, para lo cual no hay más alternativa que un par de peligrosos corredores subterráneos.

Una ciudad de izquierda, innovadora, moderna y ejemplo para el mundo no puede darse el lujo de ofrecer a propios y extraños un Metro con esas características. Lo que no se puede es seguir manteniendo el abandono.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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