Connect with us

Influyentes

LA MANO QUE MECE LA CUNA / Un mocho en Palacio

Independientemente de su fanatismo religioso –lo cual no estaría mal si no lo mezclara con la función pública- El Peje tiene especial internes en los miles de fieles de las iglesias cristianas evangélicas, que representan para él un ejército electoral desde hace años.

Published

on

Adrián Rueda

Andrés Manuel López Obrador ha presumido siempre ser juarista y liberal en toda la línea, pero desde hace mucho tiempo ha dejado a un lado una de las máximas del Benemérito de las Américas: la separación entre la Iglesia y el Estado.

El presidente no solamente no ha respetado esa sana distancia, sino que recibe en el mismísimo Palacio Nacional a su pastor evangélico de cabecera, Arturo Farela Gutiérrez, para acordar la concesión de una televisora y radiodifusoras públicas para su iglesia.

Sin el menor rubor, López Obrador difunde los pasajes bíblicos y pidió a sus hermanos de religión la repartición de la supuesta Cartilla Moral, con la que quiere hacer contrapeso a las leyes constitucionales.

Sobre la invitación del gobierno para distribuir la Cartilla Moral obradorista, Farela Gutiérrez asegura que harán llegar los ejemplares a las iglesias de su Confederación, para que cada pastor la entregue directamente a los fieles.

El propio presidente ha dicho que el involucramiento de las iglesias no viola el artículo 130 Constitucional, que establece que los ministros no podrán asociarse con fines políticos ni realizar proselitismo a favor o en contra de candidato, partido o asociación política alguna”.

López Obrador pone como pretexto que las iglesias participan a favor de la pacificación del país, por lo que no ve ningún inconveniente en que se les incluya en acciones gubernamentales.

Sin embargo, en declaraciones públicas el propio Farela Rodríguez ha asegurado que ha rezado en más de una ocasión con el presidente al interior de Palacio Nacional, como si fuera un templo y no la sede del Poder Ejecutivo Federal.

Y más aún, el líder evangélico no tiene empacho en señalar que si bien son “un Ejército de Jesucristo”, también están listos para apoyar al presidente no solo en la distribución de la Cartilla moral, sino en su lucha política por los desvalidos.

La religión es asunto personal y no se debería mezclar con los asuntos de gobierno, toda vez que un presidente gobierna para todos los mexicanos sin importar credos ni raza, no solamente para los evangélicos.

El liberalismo mexicano, al que tanto hace alusión el tabasqueño, establece la absoluta separación entre Iglesia y Estado. Es la principal proclamaba de Benito Juárez, “el guía liberal” que dice tener El Peje.

Esta separación constitucional impide que las iglesias puedan tener estaciones de televisión y radio concesionadas por el Estado, porque una emisora religiosa tiene la tarea de adoctrinar, a partir del prisma de las convicciones confesionales que la orienten.

La Iglesia ya maneja estaciones religiosas a través de asociaciones civiles e incluso en el sureste mexicano hay radiodifusoras evangélicas operando sin permiso legal, y la televisión restringida difunde canales religiosos de otros países.

Parece que la jugada de abrir la radiofrecuencia pública a esas agrupaciones va en serio, pues el 18 de marzo pasado, en su conferencia mañanera, El Peje señaló que no ve mal que las iglesias “de todas las manifestaciones” tengan posibilidad de tener tiempos y espacios.

Pero el tema no se quedó ahí, pues en declaraciones posteriores al semanario Proceso, Farela Gutiérrez aseguró que Gobernación prepara ya una iniciativa de reforma constitucional que haría posible el acceso de las iglesias a concesiones de radiodifusión.

De ahí que él vea la posibilidad de que a su Confederación se les otorguen concesiones y permisos para tener canales de televisión y estaciones de radio, “a fin de apoyar el proyecto”.

Es aquí donde muchos hacen alusión a que el 20 de marzo de 2012, el propio Farela Gutiérrez encabezó a varios ministros cristianos que le hicieron una “bendición” al entonces candidato López Obrador.

“En el nombre del Padre, en el nombre del Hijo y en el nombre del Espíritu Santo… lo pongo en tus manos, Padre celestial. En el dulce nombre de Jesús de Nazaret, amén”, dijo el religioso mientras varios pastores colocaban sus manos sobre la cabeza de López Obrador.

Quienes conocen del tema afirman que los dichos de Farela Gutiérrez están orientados por sus dogmas religiosos, pero que en los hechos ha montado una empresa de consultoría en temas de derechos humanos, por lo que cobra bastante buen dinero.

Dicen que organiza “foros consultivos” con funcionarios del gobierno federal y que cobra a los asistentes mil pesos, y que luego de mostrar su cercanía con Andrés Manuel, podrá ampliar sus servicios al trámite de frecuencias radiales, por jugosos honorarios.

Luego de llevar a una veintena de líderes con El Peje, Farela Gutiérrez presume de que “el presidente nos ha abierto las puertas de Palacio Nacional”.

Independientemente de su fanatismo religioso –lo cual no estaría mal si no lo mezclara con la función pública- El Peje tiene especial internes en los miles de fieles de las iglesias cristianas evangélicas, que representan para él un ejército electoral desde hace años.

Aunque el artículo 16 de la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, vigente desde julio de 1992, prohíbe que las asociaciones religiosas y ministros de culto puedan poseer o administrar estaciones de radio, televisión o cualquier tipo de telecomunicación, ni siquiera administrarlos, las leyes son mandadas al diablo.

Para que los pastores evangélicos –o de cualquier religión- puedan tener sus propios medios públicos de comunicación, habría que reformar la Constitución, aunque Farela Rodríguez  dice que El Peje les ofreció ver si puede hacer algo “de manera directa”.

Asegura que no tendrían ningún problema técnico –y mucho menos financiero, desde luego- para operar las concesiones si les son otorgadas, pues desde hace varios años tienen un canal en la TV de paga.

Farela Gutiérrez declara abiertamente tener derecho de picaporte en Palacio Nacional, y afirma que el propio presidente les pidió difundir principios y valores de su proyecto.

Pero no es sólo el presidente quien le ha abierto las puertas, sino que varios secretarios de Estado y funcionarios públicos para acordar formas de participación de su Confederación en programas de ayuda social y en la atención religiosa para reclusos en prisiones federales, entre otros asuntos.

Por eso, además de un presidente mentiroso y traidor a los principios juaristas que jura defender, los mexicanos tienen a un inquilino “mocho” en Palacio Nacional.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

Continue Reading
Advertisement Article ad code

Los influyentes

Twitter

Facebook

Advertisement Post/page sidebar widget area

Recientes