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LA MANO QUE MECE LA CUNA / Los juniors de la 4-T

En el gabinete de la Cuarta Transformación todo mundo tiene claro que el primer círculo del tabasqueño lo integran sus hijos, en especial Andrés López Beltrán –a quien todos conocen como el pequeño Andy-, además de Lázaro Cárdenas Batel, su coordinador de asesores.

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Adrián Rueda

Aunque Andrés Manuel López Obrador jura y perjura que sus hijos están lejos de la política, y que así permanecerán mientras él sea Presidente de la República, la realidad es que los críos andan más activos que nunca.

En el gabinete de la Cuarta Transformación todo mundo tiene claro que el primer círculo del tabasqueño lo integran sus hijos, en especial Andrés López Beltrán –a quien todos conocen como el pequeño Andy-, además de Lázaro Cárdenas Batel, su coordinador de asesores.

Los juniors de quienes han sido las dos figuras icónicas del PRD –López Obrador y Cuauhtémoc Cárdenas- tienen una posición de privilegio y todo mundo tiene que pasar por ellos antes de ver al presidente para cuestiones “fuera de agenda”.

Son pocos los del gabinete que han logrado saltar esa valla, y uno de ellos es el canciller Marcelo Ebrard, quien luego de la amenaza de los aranceles por parte de Donald Trump, tiene derecho de picaporte con el tabasqueño.

Convertido en un súper secretario, que lo mismo da órdenes en la Cancillería, que en Gobernación o el Secretaría de Seguridad Pública, entre otras áreas, Ebrard trata directamente con López Obrador y toma decisiones casi autónomas.

Gracias al diferendo con Estados Unidos el canciller tomó su segundo aire en esta 4-T, pues antes de ello había tenido una actuación discreta, sirviendo a un presidente que ni le gusta viajar al extranjero, ni le entiende al tema de la globalización.

En estos momentos tiene un plano estelar, se brinca cualquier barrera, aunque todo mundo dice que no le durará mucho porque ha cometido un error imperdonable: opacar incluso a Andrés Manuel, y eso no lo perdonará tan fácil el de Macuspana.

Porque incluso los aplaudidores de Ebrard lo ven desde ya como el aspirante natural a sucederlo en 2024, y es justamente eso lo que El Peje no estaría dispuesto a permitir, precisamente por la supervivencia de sus hijos.

Porque si Marcelo llegara, todo mundo tiene claro que lo primero que haría sería darle su propio sello al gobierno, el cual no coincide necesariamente con el del tabasqueño, por lo que muchas cosas tendrían que cambiar.

Entre lo que no subsistiría del pejismo serían precisamente los hijos del presidente, que perderían todo protagonismo y, por supuesto, no aprovecharían en plan estelar lo sembrado por su padre a lo largo de tantos años.

Aunque oficialmente los juniors de El Peje son empresarios chocolateros, se han dejado ver en varios actos políticos como en el Estado de México, por ejemplo, donde José Ramón –el mayor- se reunió con los diputados para bajarles línea.

Y nada de raro tiene, ya que él fue el encargado de Morena durante las elecciones presidenciales para operar en esa entidad, misma que había coordinado también en las elecciones estatales donde el priísta Alfredo del Mazo ganó los comicios.

Detrás de la fachada de chocolateros, los hijos del presidente tejen su futuro y mientras son la primera barrera que contiene a los ansiosos, junto con Lazarito seguirán siendo los dueños de la agenda alterna del presidente.

Ellos deciden a su arbitrio qué es importante y qué no; si el presidente los puede ver y cuándo o dónde, trátese de quien se trate, aunque la mayoría de las veces la respuesta es un no contundente.

Aunque todos participaron activamente en el pasado proceso electoral, el más visible fue Andy, quien tuvo bajo su responsabilidad el proceso en la capital de la República, que era el territorio más importante –después de la Presidencia- para el proyecto morenista.

Para lograr su objetivo, Andy armó redes paralelas a las de Morena, que habían sido construidas por Martí Batres, en quien por cierto no confían nada desde que, cuando El Peje estaba internado en Médica Sur por un infarto, el hoy senador ninguneó al junior en público.

Cuestión de recordar que en 2013 El Peje convalecía de una operación del corazón y Morena protestaba en contra de la Reforma Energética en un acto alrededor de El Ángel de la Independencia; desde su lecho el tabasqueño envió a su hijo a representarlo en el mitin.

Ahí fue menospreciado por Martí, entonces presidente morenista, quien incluso antes se había atrevido a ganarle una elecciones vecinales al propio Andrés Manuel, mandándolo al tercer lugar en su propia colonia.

Es por eso que ahora el aún presidente de la Mesa Directiva del Senado no acaba de estar en el ánimo presidencial, y menos después de haber pactado con Claudia Sheinbaum el  relevo en la dirección local de Morena, con una mujer afín a él.

Los primero en protestar fueron los integrantes de la red política de Andy, muchos de los cuales están incluso en el Congreso de la Ciudad de México, pero recibieron la orden de conservar la calma y esperar el momento para actuar.

Pero a como se empiezan a ver las cosas, los juniors de Palacio Nacional van a tener que reactivar operaciones en el campo, pues en la caso de Andy no puede permitir que Batres le quiera tomar la CDMX, que muy probablemente tenga que ser su refugio en el futuro.

Y es que los hijos de Andrés Manuel sólo podrán subsistir políticamente si Sheinbaum llega a ser presidenta de México; cualquier otra opción –llámense Marcelo Ebrard o Ricardo Monreal- significará su destierro político.

Quizá lo único que sí les podrá heredar su padre será Morena, donde seguramente seguirá  incidiendo un tiempo, motivo por el cual no permitie que se forje un liderazgo sólido en el partido que creó.

Mientras él sea presidente de la República, Morena seguirá siendo un movimiento que él pueda controlar, para que de ninguna manera le signifique un contrapeso, y menos un vehículo por el cual le puedan disputar el poder o la herencia de sus hijos.

Por eso, a la par de mantenerlos en el círculo íntimo del poder, Andrés Manuel los pondrá a trabajar en territorio para controlar las candidaturas de 2021 a alcaldías y congresos locales, pero sobre todo a San Lázaro, pues por nada del mundo puede perder el control legislativo.

Así que los chocolateros tendrán que hacer una pausa como empresarios para garantizar su verdadero futuro, que es en la política, al igual que su padre.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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