El CONEVAL Se rige por lo establecido en la Ley General de Desarrollo Social, y conforme a los dispuesto al artículo 36 de dicha ley, se establecen los lineamientos y criterios para medir la pobreza a través de nueve indicadores: Ingreso corriente per cápita; Rezago educativo promedio en el hogar; Acceso a los servicios de salud; Acceso a la seguridad social; Calidad y espacios de la vivienda; Acceso a los servicios básicos en la vivienda; Acceso a la alimentación; Grado de cohesión social y Grado de accesibilidad a carretera pavimentada.
Haciendo uso de esos elementos, unificamos criterios y todos hablamos el mismo lenguaje respecto a este tema tan complicado. El ejercicio se realiza periódicamente y recientemente se dieron a conocer los resultados correspondientes al 2020, en el que nos informa que: “Entre 2018 y 2020, el porcentaje de la población en situación de pobreza aumentó de 41.9% a 43.9%, mientras que el número de personas en esta situación pasó de 51.9 a 55.7 millones de personas y que el porcentaje de la población en situación de pobreza extrema presentó un incremento de 7.0% a 8.5% entre 2018 y 2020 y el número de personas en situación de pobreza extrema aumentó de 8.7 a 10.8 millones de personas”.
Lo que se destaca de manera especial es que “en términos de carencias sociales, el mayor cambio entre 2018 y 2020 es un aumento de 12.0 puntos porcentuales en la carencia por acceso a los servicios de salud, que pasó de 16.2% a 28.2%”.
Cifras similares las encontramos en los indicadores de carencia por calidad y espacios de vivienda, así como de servicios básicos en las mismas; y la carencia por acceso a la seguridad social es la carencia social que presenta la incidencia más alta en 2020 (52.0% de la población
Finalmente, se registra que las tres entidades con mayores incrementos fueron: Quintana Roo (de 30.2% a 47.5%), Baja California Sur (de 18.6% a 27.6%) y Tlaxcala (de 51.0% a 59.3%), con 17.3, 9.0 y 8.3 puntos porcentuales más, respectivamente.
Evidentemente el impacto de la pandemia ha sido fundamental, pero a la vez representa una oportunidad invaluable para replantear el impacto de los programas sociales, que sin duda, pueden contribuir mucho a paliar la situación.