En materia económica, sumar es importante, pero multiplicar, es mucho mejor, y para demostrarlo, los estudiosos de la Macroeconomía desarrollaron una teoría conocida como el efecto multiplicador de la economía, que hace referencia a un término que se emplea para describir el impacto que los cambios en algunas variables externas, tienen sobre la actividad económica de un lugar específico, ya sea una región o un país, por ejemplo. Cuando una persona, un gobierno, o incluso, un individuo, cuentan con la capacidad de influir en la economía, puede producirse un efecto en cadena sobre otras personas y empresas que derive en una influencia mucho mayor que la que provoca directamente la acción inicial.
Supongamos que cualquier empresa, decide invertir una cantidad importante de dinero al abrir una fábrica en cualquier estado de la República. Si esa empresa tiene éxito, mes a mes, incrementará su producción, y para ello, requerirá de una cantidad mayor de materias primas y de mano de obra, la cual, seguramente proveerá cualquiera de las comunidades cercanas a donde se establezca la fábrica.
Ese incremento en la demanda de materias primas y en la mano de obra, también generará a su vez, un aumento en la necesidad de transporte de personas y mercancías, que a su vez, deberá ser cubierta por nuevos proveedores, que consumirán medios de transporte nuevos, requerirán choferes y consumirán una cantidad mayor de gasolina para mover los vehículos. Por otra parte, alrededor de la fábrica, se generarán nuevos nichos de mercado, tales como tienditas, fondas, farmacias, etc.
Y al paso del tiempo, los trabajadores de la empresa también pueden recibir un aumento de sueldo, lo que aumentará su capacidad de consumo. Como todos sabemos, el consumo de los individuos es uno de los componentes más importantes y dinámicos del Producto Interno Bruto, por lo que el efecto multiplicador de la economía, resulta sumamente importante en el crecimiento de nuestra economía, y debe ser el centro de cualquier estrategia gubernamental de recuperación económica.
Una de las principales críticas hacia la presente administración, tiene que ver con el destino de las ayudas sociales que entrega, ya que éstas generan un efecto contrario al multiplicador. Es decir, la gente recibe de manera directa recursos, y en efecto, consume, pero el ciclo muere ahí, sin que esa inversión de dinero, al dispersarse, se materialice en más empleos o en un mayor consumo. En sentido contrario, las obras como el Aeropuerto de Santa Lucía, el Tren Maya o la Refinería de Dos Bocas, generan, por su misma inercia, efectos multiplicadores en diferentes industrias como la del cemento, la del acero, y la de la construcción, que a su vez, impactarán en otras industrias intermedias.
En ese escenario, la crítica es a la intervención de las fuerzas militares como los responsables de las diferentes obras. Si bien es cierto, que ello promueve erradicar la corrupción, también lo es que, ralentiza el efecto multiplicador, impactándolo negativamente. En épocas de crisis, es fundamental que cada peso que inviertan los tres niveles de gobierno, genere un efecto multiplicador. Solo así podremos salir venturosos de estas épocas tan complicadas
