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AMLO sigue su ruta imperturbable

El presidente es el político en activo más sagaz e inteligente que existe, sabe y reconoce que un movimiento social por pequeño que sea puede crecer hasta ser incontenible si es que encuentra un discurso, sí genera un imaginario y si vende el sueño de una mejor vida a sus seguidores.

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Arturo Páramo

El domingo pasado se desarrolló la segunda marcha de protesta contra el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. El acontecimiento reveló la realidad en que vivimos. Las señales están ahí para que las vea, para quien las busque sin el cristal opaco de la militancia política.

La marcha se desarrolló sin mayores contratiempos, no se le recordará por alguna consigna en especifico o por tener un punto climático.

Tal vez por eso la respuesta del presidente fue especialmente mesurada, lejos de la descalificación que se esperaba dada su reciente beligerancia hacia sus contrincantes. López Obrador reconoció que quienes salieron a la calle -10 mil, 12 mil, 15 mil, 20 mil, dependiendo a quién se le pregunte- lo hicieron amparados en su libertad de expresión y que todo transcurrió en paz. Una democracia sin voces discordantes no es tal. La lectura de López Obrador es impecable al reconocerles su sagrado derecho a disentir de su gobierno y a expresarlo en las calles tal y como él lo hizo cientos de veces durante cerca de 30 años, desde su reclamo por no obtener la candidatura del PRI a la gubernatura de Tabasco a mediados de los ochenta y hasta su batalla contra la Reforma Energética impulsada por el gobierno anterior.

El presidente es el político en activo más sagaz e inteligente que existe, sabe y reconoce que un movimiento social por pequeño que sea puede crecer hasta ser incontenible si es que encuentra un discurso, sí genera un imaginario y si vende el sueño de una mejor vida a sus seguidores. Pero el presidente sabe y entiende que no existe oposición a la vista que pueda subirse en esa ola, que pueda generar la masa crítica que requiere un movimiento social para ser un adversario digno de quitarle el sueño y lo obligue a salirse de su ruta.

El poder, lo sabe, ya provoca suficiente desgaste y es en ese en el que parece concentrarse evitando que la opinión pública reflexione al respecto y por ello despliega una incesante actividad que no deja respiro.

El presidente se ha referido sin mayores aspavientos a las encuestas que registran una disminución lenta pero inexorable de su popularidad de 68 a 60 puntos en menos de un semestre. Es algo natural, predecible, pero a eso tampoco lo obliga a cambiar de ruta.

El titular del Ejecutivo sigue confiado en su base social pero entiende que se requiere ser audaz y por ello anuncia medidas tan radicales como poco probables de concretar, como el rescate de los mineros que murieron al interior de la mina Pasta de Conchos. El tema es intentarlo, y siempre habrá un agente externo a quien se le pueda culpar de no concretar su promesa.

Cómo se ha dicho en este espacio, el golpe duro que sufrieron los partidos el pasado 1 de julio dejó una oposición desdibujada, sin rumbo, inoperante para saber qué debe hacer, incapaz de establecer una ruta sólida y consistente para iniciar la ruta legal y jurídica que a mediano plazo desmantele la estrategia gubernamental de retirar recursos a estancias infantiles y a organizaciones de la sociedad civil, para obligar al gobierno a transparentar y a encauzar en las leyes vigentes los proyectos bandera de la actual administración (Tren Maya, por ejemplo), y a cumplir la oferta de que la administración sea una caja de cristal.

El sector intelectual tampoco acaba de encontrar su acomodo y tiene una deuda con la opinión pública al no generar una lectura paralela a la gubernamental cuestionando sus métodos y su visión. Sus grandes plumas siguen debiendo los ensayos o libros que desmenucen los alcances y vicios del actual régimen que está por cumplir su primer semestre y que genera dudas en el único puente de mando que no admite errores.

Si algo se ha demostrado en estos meses es que la mayoría de los integrantes del gabinete no están a la altura del momento histórico que vivimos, viven arrinconados por el peso del presidente, acorralados por su inoperancia en sus respectivos ámbitos, atrapados por su falta de pericia política y sobre todo incapaces de remontar los recortes presupuestales impuestos desde la propia presidencia.

Pro esas señales, al parecer son más visibles desde fuera, sin el cristal de la militancia política.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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