Arturo Páramo
¿De qué hablamos cuando afimamos de que el presidente abre demasiados frentes de batalla en su intento por impulsar su llamada Cuarta Transformación?
Andrés Manuel López Obrador tiene prisa por cristalizar las propuestas hechas desde hace al menos 15 años, cuando inició formalmente su primera precampaña presidencia y que plasmó en su Proyecto Alternativo de Nación.
Estos son algunos de los temas planteados por el presidente que han generado protestas, debates, manifestaciones, rechazo, aprobación y que han puesto al país en una dinámica de discusión radicalmente alejada del estatismo, del marasmo de regímenes anteriores.
López Obrador centralizó los servicios de salud que paulatinamente pasarán a ser prestados en su totalidad por la federación; anunció la inversión de más de 70 mil millones de pesos para reactivar a Pemex, explorar 21 campos petrolíferos y llevar la producción de 1.6ª 2.4 millones de barriles diarios; echó a andar consultas y proyectos iniciales del Tren Maya que cruzará cinco estados del sureste; retiró recursos a estancias infantiles para entregarlos directamente a beneficiarios; arrancó la construcción de 300 caminos rurales en Oaxaca de forma rudimentaria para contratar a la mayor cantidad de pobladores de las comunidades; arrancó el corredor Transístmico o Interoceánico plantea modernizar los puestos de Coatzacoalcos y Salina Cruz y mejorar su comunicación por carretera y por ferrocarril; anunció un operativo especial para terminar con el robo de combustibles de ductos de Pemex; canceló el Aeropuerto de Texcoco y se requiere que el gobierno de México recompre bonos de inversionistas; decretó que por dos años se tendrá una Zona Libre en el norte con medidas fiscales especiales para empresarios y ciudadanos; lanzó el programa Jóvenes Construyendo el Futuro que cuenta con recursos ilimitados para la capacitación laboral; creó la comisión para esclarecer los hechos de los normalistas de Ayotzinapa, encabezada por Alejandro Encinas; arrancó el programa Sembrando Vida para generar empleos en el sureste; planteó reestructuración de hipotecas a beneficiarios del INFONAVIT que veían crecer sus deudas; determinó que todas las licitaciones del gobierno federal las desarrollará la Oficialía Mayor de la Secretaría de Hacienda; se aprobó en el Congreso su propuesta de Guardia Nacional y entrará en operaciones el 30 de junio; lanzó el “quién es quién” en los precios de alimentos y pronto o hará con las comisiones que cobran los bancos; centralizará
el pago de la nómina de los profesores de educación básica de todo el país para restar fuerza a sindicatos magisteriales; tras declarar desierta la licitación para la construcción de la Refinería de Dos Bocas dijo que el propio gobierno de la República se encargaría del proyecto; se retomó el viejo proyecto del Tren Interurbano que conectará al Aeropuerto Internacional de Monterrey con el Municipio de García para descongestionar esa ciudad de tráfico; y se afrontaron las crisis del desabasto de medicinas en hospitales y clínicas públicas; se registraron despidos en masa de la burocracia en todos los niveles de la administración publica; hubo un amago de recortar los recursos de Universidades; renunció Germán Martínez al IMSS y Josefa González a la Secretaria de Medio Ambiente; y se afrontaron crisis contra el presidente Donald Trump; y efectuó cerca de 130 conferencias de prensa matutinas, entre las normales y las extraordinarias.
Quienes tenemos de cerca la cobertura de la presidencia sabemos que el ritmo de trabajo que ha imprimido López Obrador, retomando símbolos tan importantes como el retorno de la investidura presidencial a Palacio Nacional, o la costumbre de volar en líneas comerciales, su forma de hablar, su léxico, sus consultas a mano alzada en plazas pública, su compulsión por tomarse fotografías, hacen de López Obrador un personaje único y necesario en este momento de México, luego del desastre de país y de que la profunda desigualdad económica que dejaron las anteriores administraciones eran insostenibles.
