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Investigación

ECONOMÍA PARA PRINCIPIANTES / El bienestar y la tercera vía mexicana

La lógica en realidad es muy simple. La actividad económica imperante se basa en los dictados del mercado, lo que significa que toda actividad económica está enfocada en maximizar las ganancias a cualquier costo.

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Por Pablo Trejo

Twitter: @drpablotrejo

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Mucho se ha debatido en los últimos meses acerca del modelo económico que dirigirá los destinos de nuestro país durante los próximos años. Desde su campaña a la Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador anunció que, de ganar la elección, estaríamos ante el regreso del Estado Benefactor, también conocido como Estado de Bienestar.

La idea central del Estado de Bienestar es que el papel de Estado sirve para completar los ingresos que la población recibe por su trabajo asalariado o sus actividades (ingresos directos), a través de un ingreso extra (indirecto) proveniente a cargo del Estado, que lo financia gracias a un sistema fiscal progresivo (aquel en el que pagan más quien ganan más). De esta manera se consigue un traslado de recursos que, al menos en teoría, corrige las desigualdades ocasionadas por el mercado.

La lógica en realidad es muy simple. La actividad económica imperante se basa en los dictados del mercado, lo que significa que toda actividad económica está enfocada en maximizar las ganancias a cualquier costo. Ante ello, un Estado sólido, democrático y con gran capital político, puede ser capaz de equilibrar las cosas, revirtiendo las desigualdades a través de compensaciones sociales, las cuales serían financiadas por los mismos beneficiarios del modelo excluyente capitalista, generando con ello nuevos equilibrios colectivos.

Hace algunos años, el ex primer ministro británico Tony Blair intentó explicar el origen teórico del concepto del Estado de Bienestar, al decir que el mismo se nutre de dos grandes corrientes de pensamiento de centro izquierda, el socialismo democrático y el liberalismo,“cuyo divorcio debilitó tanto la política progresista en todo el occidente. Los liberales hicieron énfasis en la primacía de la libertad individual en una economía de mercado; los socialdemócratas promovieron la justicia social con el Estado como su principal agente. Y la verdad es que no tiene por qué haber conflicto”. A ese intento de conciliación se le conoció ampliamente como “la tercera vía”.

Por supuesto que el planteamiento de la redistribución social de los ingresos nacionales no puede limitarse a la estrategia de mejorar la recaudación fiscal; es decir, con los impuestos no alcanzaríamos a cubrir nuestras necesidades sociales básicas, por lo que allegarse de recursos de otras fuentes es imprescindible. Por ello, López Obrador ha planteado la intervención productiva del sector público en colaboración con el sector privado, para enfocarse en proyectos dentro del sector energético, comunicaciones y transportes y agropecuario, principalmente.

Otro proyecto que se resalta es el “programa de mejoramiento, ampliación y construcción de vivienda, con la meta de realizar un millón de acciones al año y generar 500 mil empleos”, lo cual además suena profundamente Keynesiano.

Puede sonar paradójico que el programa económico lopezobradorista, por una parte, nos remarque la necesidad de generar empleos y, por otra, nos anuncie el recorte de miles de plazas en la esfera burocrática, demostrado la intención de fondo de la propuesta: reducir esa carga de funcionarios públicos “bien pagados” y redistribuir esos recursos a través de la generación de empleos mucho menos onerosos, lo cual puede generar equilibrios inmediatos, aun si los quisiéramos ver desde la simplista óptica de una economía de la burocracia.

Las críticas al Estado de Bienestar se enfocan, entre otras cosas, a señalar que en muchas ocasiones el Estado al convertirse en el “Robin Hood” que le quita a los ricos para darle a los pobres puede caer en la tentación de convertirse en una especie de “gran patrón”, que acumularía un enorme capital político, que por su naturaleza podría convertirse en un enorme ejercicio de clientelismo y control de la ciudadanía, lo cual no parece una buena idea para nadie.

Estamos ante la gran oportunidad de generar equilibrios económicos sociales, que nos pueden colocar en la ruta del progreso. Ojalá que en el camino evitemos la tentación de que el Estado de Bienestar acabe siendo un Estado sin contrapesos y clientelar.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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