Pablo Trejo
Cuando culaquiera de nosotros entra a la página de internet de Moody’s, -otra de las grandes calificadoras como FITCH, la descalificada por el presidente López Obrador- podemos notar de inmediato el porque es una consultora de referencia mundial. Las tarifas impuestas por los Estados Unidos a la industria automotriz extranjera; la importancia de la oferta de política social en las campañas del Reino Unido; los esfuerzos por bajar los precios y la importancia de ello en la industria farmacéutica mundial; la inminente recesión que acecha a los Estados Unidos; y los factores que afectan a los mercados en las economías emergentes, son solo algunos de los temas que se abordan en esta semana en su página de internet.
Evidentemente nuestra intención no es emprender una defensa de Fitch y de Moody’s; nada más alejado de la realidad. Sin embargo, si consideramos importante aportar al debate económico y político, algunas consideraciones sobre el porque nuestro presidente entra en conflicto con una calificadora de ese nivel, y por que consideramos que ese, es un juego que podemos dar por perdido, al menos en el imaginario de los grandes dueños de los capitales con sus ojos puestos en México.
Esta semana, fue Moody’s quien dio a conocer su punto de vista sobre las medidas anunciadas recientemente para aliviar la carga fiscal de Pemex, con el objetivo de mejorar sus perspectivas de viabilidad en el corto y mediano plazos. Al respecto, destaca que buena parte de las medidas promocionadas como “nuevas”, en realidad no lo son, como las inyecciones de capital que están contempladas en el Presupuesto de Egresos de la Federación; la reclasificación de algunos de los impuestos que la paraestatal paga año tras año, los cuales también habían sido ya modificados en la Ley de Ingresos para este año. La única novedad que reconoce Moody’s, es la colocación de una cantidad importante de bonos en el mercado secundario, y una adición a la carga impositiva que representará beneficios de alrededor de 200 millones de dólares a la paraestatal.
Moody’s destaca que el nuevo paquete de impuestos para Pemex terminará por impactar negativamente las finanzas del país; es decir, que si bien es cierto que mejorará las condiciones de la empresa, esto será a costa de la salud global de la economía, y pone en evidencia la fragilidad de la empresa y su dependencia de las decisiones de los políticos que rigen los destinos del país. Lo anterior, refuerza los argumentos de Fitch al otorgar una baja calificación crediticia a Pemex, ya que la empresa, por si misma, enfrenta serios cuestionamientos sobre su capacidad de ser productiva y rentable.
La opinión de Moody’s, como en su momento fue la Fitch, puede
y debe ser rebatida haciendo uso de nuestros mejores argumentos y a través de la voz de nuestros mejores economistas.
El hecho de que sea el presidente quien salga a declarar sobre esos temas, nos expone a un mayor escrutinio internacional, ya que fuera de México, seguramente no están acostumbrados al estilo de gobernar de nuestro presidente. Habrá quien piense y argumente que la postura de López Obrador genera simpatía entre nuestros connacionales, lo que, a decir de las encuestas, tal vez sea cierto, pero creemos que puede ser contraproducente en los mercados internacionales. De cualquier manera, abrirse un frente con las principales calificadoras internacionales, es una analogía a pelearse con el mesero. No se vislumbran resultados positivos en una batalla que parece que pase lo que pase, tenemos perdida.
