El que por primera vez los priistas hayan decidido que su candidato a la Presidencia de la República no pertenezca al partido fue una novedad, e incluso cayó bien en el ánimo ciudadano, pero el que también su aspirante en la CDMX sea externo, ya preocupa.
A finales del mes pasado José Antonio Meade fue destapado como aspirante del tricolor a suceder a Enrique Peña Nieto, dejando atrás a rancios priistas como Miguel Ángle Osorio Chong, Enrique de la Madrid y José Narro Robles, entre otros.
Las virtudes de Meade para pelear la Presidencia de la República son innegables, pues de los que se han mencionado hasta ahora es, sin duda, el mejor preparado para el puesto, aunque no sea el más popular.
A pesar del pataleo de los dinosaurios y bebesaurios del partido, el presidente Peña disciplinó a todos y, la final, la élite priista abrió los brazos a un candidato que no milita con ellos, pero que jura los representará bien.
Una vez saldado el tema nacional, los tricolores se dedicaron a preparar el terreno para designar a su abanderado en la CDMX y, además de mencionar a De la Madrid, Aurelio Nuño o al mismo Narro, incluyeron el nombre del diputado Adrián Rubalcava.
Aunque en un principio no cayó muy bien en el propio Rubalcava la propuesta, pues ello significaba renunciar a su sueño de ser el primer alcalde de Cuajimalpa, poco a poco fue asimilando la idea y algunos grupos locales lo empezaron a apoyar.
En esas estaban cuando de sopetón Mikel Arriola, hasta el momento director general del IMSS, anunció que va por la Jefatura de Gobierno con la bandera del PRI y ahí todo se volvió confusión.
Nadie se esperaba semejante jugada —en una de esas ni el propio Eruviel Ávila, delegado del PRI en funciones de presidente en la capital—, pues para él el más indicado era el
diputado Rubalcava.
Sin menospreciar la capacidad de Arriola, su lanzamiento como aspirante lleva dos mensajes —ambos muy peligrosos— hacia el interior del priismo: primero, que en el partido no hay nadie que valga la pena para representarlos; segundo, que no confían en ellos.
Porque para nadie es un secreto que el director del IMSS es gente más que cercana a Meade, con lo que el candidato presidencial externo del PRI se está apropiando de los espacios importantes sin ser siquiera del partido.
Pero lo peor es que al parecer Meade no confía en el trabajo de Eruviel para la campaña en la CDMX, y mandó a uno de los suyos, que para variar tampoco es del partido.
Aunque aún no es oficial la candidatura de Mikel, si se lanzó es porque lleva la bendición de quien decide, lo que desató un fuerte pataleo de las bases tricolores, al grado de que su delegado-presidente en la capital llamó ayer a una reunión urgente.
El hecho de que los fuereños acaparen las nominaciones quiere decir que el PRI no tiene aspirantes presentables; no confían en ellos, o de plano Meade quiere todo.
CENTAVITOS… Pues sí, se confirmó que Ricardo Anaya será el candidato del Frente Ciudadano y que de nada valieron las bravuconadas de los perredistas que ungieron ayer a Miguel Ángel Mancera para presionar. Si en verdad se hace el Frente, Anaya será candidato presidencial y Mancera senador, con la libertad de poner al candidato que se le antoje en la CDMX…
Como se lo habían advertido, mal le fue al secretario de Finanzas, Edgar Amador, en su visita a la ALDF. Todos —hasta el PRD— le tundieron y ya nadie apuesta a que el funcionario llegue a cargar a los peregrinos en enero.
http://www.excelsior.com.mx/opinion/adrian-rueda/2017/12/06/1205878
