Por Jorge Samuel Del Villar
El 12 de julio, Día del Abogado, la Delegación Azcapotzalco y la Procuraduría capitalina develaron el busto de Samuel del Villar.
Las aportaciones del ex procurador capitalino han sido reconocidas por instituciones académicas, gubernamentales y medios de comunicación, nacionales e internacionales como el New York Times, el Colegio de México y la Universidad de Harvard.
A iniciativa de varias instancias gubernamentales, se ha puesto el nombre de Samuel del Villar a varios edificios de gobierno, por parte de la Delegación Gustavo A. Madero, la Secretaría de Seguridad Pública y la Procuraduría Capitalina.
En la develación de la placa en el Instituto de Formación Profesional, hace más de un sexenio, el entonces procurador Bernardo Bátiz reconoció el modelo de profesionalización que Del Villar implementó en la policía de investigación apoyado por académicos de Harvard y de Israel, haciendo de la policía capitalina la más preparada de las 32 entidades federativas del país.
Samuel del Villar fue ideólogo de la Renovación Moral que sentó los cimientos de lo que hoy es el Sistema Nacional Anticorrupción. En tiempos en que la ONU todavía no se involucraba en prevenir el calentamiento global, Del Villar y la entonces subsecretaria Alicia Bárcena integraron la protección del medio ambiente a la política pública, como tema de seguridad nacional.
El golpe del Gobierno Federal a Excélsior impulsó a Samuel a luchar ardientemente por las libertades individuales, incluyendo la libertad de expresión. Fundó Razones, La Jornada y Proceso, en una época en la que el Presidente y su esposa eran intocables.
En la época en que satíricamente el Secretario de Gobernación presidía las instituciones electorales del país, Samuel fue promotor de un sistema electoral autónomo que ha permitido las transiciones a los gobiernos de Fox, al de Calderón, al de Peña y al de López Obrador.
Del Villar concatenó duraderas sinergias entre cooperativas de ganaderos franceses y mexicanos, que resultó en una mejora genética en la caprinocultura nacional, que a su vez coadyuvó a que en 30 años la producción y distribución de queso de cabra en México se haya multiplicado y sus precios se hayan abaratado significativamente.
La intervención del Doctor en Derecho por la Universidad de Harvard fue esencial para la creación y subsistencia de la Fundación-Museo Rufino y Olga Tamayo; fue abogado de las víctimas de Aguas Blancas y propulsor de las reformas constitucionales en materia de derechos humanos, entre decenas de aportaciones para la nación.
De todo lo que mi papá aportó es preponderante rescatar su capacidad de anticiparse y planear a décadas de distancia, así como la dimensión profundamente mística, espiritual y humana que, a pesar de su carácter, le otorgaba a cada actividad que realizaba.
Samuel tenía la capacidad de ver más allá de las características físicas o las situaciones socioeconómicas de las personas para vincularse a partir del alma. Absorbía sabiduría de la misma forma de un reconocido erudito, así como de un campesino, un alumno, un policía o un artista. Tenía fascinación por la gente. Samuel le otorgó el significado verdadero a la vida que debe estar al centro de la política pública hoy en día. Hoy nos debemos de enfocar en los problemas que la humanidad enfrentará en cuatro décadas.
Y la respuesta parece más que evidente. Se requiere de un cambio de mentalidad, un cambio en el significado que cada individuo le otorga a su propia existencia. Una nueva cosmovisión, pues la que prevalece nos está llevando aceleradamente a acabar con los recursos naturales y con los vínculos sociales y humanos.
El ser humano debe de aprender a cultivar bienes internos, en vez de externos. Es aberrante que se esté invirtiendo tecnología para migrar a otro planeta en vez de cuidar el nuestro.
Son momentos de retomar el pensamiento y obra de Samuel del Villar, pues el pragmatismo político y la falta de principios están socavando el potencial de desarrollo económico y social del país.
