Alberto Cuenca
El pasado 27 de febrero, Claudia Sheinbaum tomó protesta a los nuevos consejeros ciudadanos del Consejo para la Seguridad y Justicia de la Ciudad. En esa reunión la mandataria se descosió.
Reconoció dos problemas en materia de seguridad que no había aceptado desde que asumió las riendas de la capital del país.
El primero es que a su administración le ha tomado más tiempo del que había pensado para echar a andar la estrategia de combate al crimen, con todo y que ese plan de seguridad se diseñó desde mucho antes de asumir el Gobierno.
¿Por qué razón no ha cuajado este plan de seguridad? Según las palabras de la propia mandataria “porque había más abandono del que imaginábamos, no sólo en la Secretaría de Seguridad Pública, Ciudadana ahora, en la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México, sino en general de la ciudad”, expuso.
Tan grave como aceptar que le había tomado más tiempo echar a andar su estrategia de seguridad, Claudia Sheinbaum reconoció ese día que en la Procuraduría de Justicia local hay problemas más complicados.
Sin abundar en detalles y más bien desviando el tema hacia otro, la Jefa de Gobierno dijo que tomar el control de la Policía de Investigación no ha sido una tarea sencilla. No habló más.
Al día siguiente de esa declaración, la procuradora capitalina Ernestina Godoy aceptó que la Policía de Investigación está infiltrada por el crimen organizado y prueba de ello es el cese de 20 elementos de esa corporación, quienes enfrentan indagatorias por estar relacionados por grupos delictivos.
Para el viernes, en su tradicional conferencia de prensa matutina, se le pidió a Sheinbaum que abundara sobre esa declaración de que tomar el control de la Policía de Investigación no ha sido una tarea sencilla y respecto a los 20 elementos vinculados al crimen organizado.
Como lo hizo dos días antes la jefa de Gobierno no quiso hablar mucho. Dijo que tanto la procuradora Ernestina Godoy, como el secretario de Seguridad Ciudadana Jesús Orta pueden tener la presunción de que la delincuencia se infiltró en los cuerpos de seguridad, pero la certeza de lo anterior se tendrá hasta que concluya una investigación que está en marcha.
Luego le aventó la bolita a la procuradora y dijo que no quería hacer grande este tema, muy a pesar de ella misma, porque el tema sí es grande y grave.
Sabemos por fuentes de la misma Procuraduría que hay más policías de investigación bajo sospecha de pertenecer al crimen organizado y esos 20 son apenas la punta del iceberg, pues también hay comandantes involucrados.
Aunque oficialmente se ha rechazado una investigación en su contra, también está en la mira el ex director de la Policía de Investigación, Raúl Peralta Alvarado, quien duró en el cargo nada más ocho años.
Durante ese tiempo surgieron innumerables acusaciones en contra de Peralta, por permitir, solapar y hasta encabezar redes de protección de grupos criminales como al Cártel de Tláhuac y a la Unión Tepito.
El nombre de Peralta lleva muchos años en el centro de la polémica y aun así siguió en el cargo.
Fue un personaje inamovible e intocable durante la administración de Miguel Ángel Mancera, a pesar de los múltiples señalamientos en su contra y de las suspicacias que en su contra mostraban autoridades federales.
Nada más recordemos que en 2017, cuando la Marina abatió a Felipe de Jesús Pérez Luna, alías “El Ojos”, las fuerzas federales dejaron fuera de la operación a las policías locales, ante el riesgo de una filtración.
Actualmente Peralta no solo habría dejado una corporación infiltrada, sino también bajo una inercia de pereza, indolencia e incompetencia como no se había visto.
Mucha tarea tienen por delante Ernestina Godoy y el nuevo director de la Policía de Investigación, Bernardo Gómez del Campo, porque al parecer la corporación requiere una cirugía mayor o de plano su desaparición para crear una nueva institución, so pretexto de que ya viene la nueva Fiscalía General de Justicia de la CDMX.
