Alberto Cuenca
La anterior fue una de las semanas más infaustas para la jefa de Gobierno y su gabinete de seguridad. La delincuencia ha pegado en los cimientos del proyecto que encabeza Claudia Sheinbaum y ha dejado al descubierto una faceta de incapacidad que la mandataria y sus colaboradores no hayan cómo cubrir.
El espaldarazo del presidente López Obrador durante una gira por la alcaldía de Gustavo A Madero sólo acentuó un perfil de debilidad de la mandataria capitalina, pues si las cosas fueran “requetebién” no haría falta que el tabasqueño le levantara la mano defendiéndola de grandulones abusivos y ventajosos.
¿Quiénes podrían ser los grandulones abusivos cuando en los hechos la lápida que cargaba en ese momento Sheinbaum era el secuestro y asesinato del joven estudiante Norberto Ronquillo?
¿López Obrador sugiere una insidia detrás de los señalamientos de incapacidad contra Sheinbaum que se tradujo en exigencias de renuncia a través de redes sociales?
Desde un contexto político, esos grandulones y abusivos de los que hablaba AMLO más parecen ser aquellos interesados en evitar que Sheinbaum brille con luz propia, en un juego de ambiciones adelantadas con miras al 2024.
Pero más tardó López Obrador en darle oxígeno a Sheinbaum con ese espaldarazo que ella en enfrentar una segunda crisis cuando al día siguiente se ventiló un asesinato más contra otro estudiante universitario, Leonardo Avendaño.
Para colmo, la semana pasada los medios le echaban más leña al fuego con publicaciones en las que señalaban registros de más de 700 personas asesinadas durante el primer semestre del año o la existencia de bandas de secuestradores que se creían desarticuladas.
A pesar de la evidente y creciente inseguridad Claudia Sheinbaum negaba el viernes 14 de junio que su administración enfrentara una crisis.
“No hay una situación de crisis. Hay un tema en donde es evidente que tenemos que reforzar áreas de seguridad de la ciudad, eso yo creo que es lógico, es evidente, lo está exigiendo la ciudadanía y vamos a responder. No es un tema hoy de crisis, sino más bien de llamado de atención, tanto a la Jefa de Gobierno, a las autoridades, de lo que está ocurriendo y cómo reforzar”, declaró.
Un día antes, en un evento en la Alameda del Sur, aseguraba ante micro y pequeños empresarios: “Vamos a salir adelante, vamos muy bien. Sé que una de las grandes preocupaciones es la seguridad y estamos trabajando en ello”.
La jefa de gobierno ha tenido que dar un fuerte jalón de orejas a todo su gabinete de seguridad y aunque por el momento no correrá a nadie, pues ello implicaría reconocer ineficacia en la estrategia, sí les dijo que están advertidos.
Sheinbaum hará ajustes para fortalecer la inteligencia y la investigación criminal, así como la formación policial.
Sorpresivamente aceptó, el pasado jueves 13 de junio, que revisa la posibilidad de incorporar a la Guardia Nacional en tareas de seguridad dentro del territorio capitalino y no solo en los límites de la urbe con otras entidades.
Que la Guardia Nacional entre a patrullar la capital del país sería un golpe de timón y un reconocimiento de que la estrategia de cuadrantes diseñada por Sheinbaum no ha servido.
Cuando a finales de noviembre de 2018 la entonces mandataria electa presentó a Jesús Orta como secretario de Seguridad Ciudadana, anunció la creación de más de 800 cuadrantes y 70 coordinaciones territoriales de seguridad. Dijo esa vez que con dicha estrategia no sería necesaria la Guardia Nacional en la Ciudad y confió que en un año se lograrían los primeros resultados.
Hoy, en un callejón sin salida, agobiada por la violencia creciente, la defensa más férrea de la mandataria es decir que ni ella ni su gabinete negociarán con mafiosos, pues se trata de un tema de principios.
Sheinbaum parece encauzar la salida de su laberinto como lo ha hecho antes, con acusaciones al gobierno anterior, pues cuando dice que ella no negocia con delincuentes ¿acaso sugiere que antes sí? Veremos con qué nota distractora nos sale.
