La Asamblea Legislativa como espacio de esparcimiento

[vc_row css=”.vc_custom_1491332868340{margin: 0px !important;border-width: 0px !important;padding: 0px !important;}”][vc_column css=”.vc_custom_1491332858908{margin: 0px !important;border-width: 0px !important;padding: 0px !important;}”][vc_gallery interval=”3″ images=”1964,1963,1962,1961,1960,1959,1958,1957,1956,1955,1954,1953,1952″ img_size=”full”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]Staff / Fotos: Mario Salazar

El Recinto Legislativo de Donceles no solamente se ha convertido en escenario donde los diputados capitalinos revientan sesiones por falta de quórum o impuntualidad, también es espacio de ocio y chacoqueto.

En las curules se puede ver a legisladores comiendo, chateando, platicando de temas personales o políticos, durmiendo o simplemente mordiendo plumas.

Es común que se permita a personas que no son diputados sentarse en las curules, simplemente para vivir la experiencia, pasar el rato o “grillas”.

Los diputados despachan ahí sus agendas políticas y de gestión.

Las gráficas muestran cómo la inasistencia e impuntualidad han obligado a los diputados locales a aumentar sus días de sesiones.

En el recinto hay más personas perdiendo el tiempo que trabajando, incluso ligando de manera abierta con personal o asistentes.

Revisan sus redes sociales o simplemente ven videos virales o le entran duro a la fruta gratis que se reparte. Y así…[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]