Aunque en los corrillos políticos se dice que el PAN tiene una fuerte influencia sobre los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, eso no evita que Miguel Ángel Mancera empiece a sudar frío.
Y es que esta semana decide el máximo órgano electoral si procede o no la impugnación de la panista Mirelle Montes en contra de la candidatura a senador que los azules le dieron al exjefe de Gobierno de la CDMX.
La militante blanquiazul señala que el proceso mediante el cual el PAN nombró a Mancera y su propio dirigente nacional, Damián Zepeda, fue ilegal e incluso le falsificaron la firma.
Esa impugnación llegó cuando el exfuncionario había librado una primera inconformidad del exdirigente nacional del blanquiazul, Gustavo Madero, que alegaba la imposibilidad jurídica para acceder a una candidatura.
Antes de que las autoridades analizaran el caso, Madero retiró su inconformidad y parecía que todo estaba resuelto, pero fue entonces que apareció Montes y el asunto se volvió a complicar.
Habrá que estar pendiente si el TEPJF desecha la impugnación, si ordena simplemente la reposición del proceso o si anula la postulación, lo cual parece lejano, pero es una preocupación extra.
En el caso extremo de que se cayeran las candidaturas de Mancera y Zepeda, el más perjudicado sería el exjefe de Gobierno, pues a él le urge el fuero —que los senadores dejaron vigente— por aquello de las venganzas políticas.
Y es que el exfuncionario coleccionó una serie de peligrosos enemigos que hoy están agrupados en Morena y que, si llegan al poder, no lo van a dejar en paz, por lo que le urge llegar al Senado.
Porque en la Cámara alta Mancera buscaría agrupar a los legisladores identificados con la izquierda progresista y convertirse en su coordinador, lo cual le daría buena protección.
Es por eso que ha intensificado sus giras al interior del país; en parte para promocionar el gobierno de coalición que busca encabezar Ricardo Anaya, pero también para hacer contacto con futuros senadores de los estados.
Aunque existe confianza en que su candidatura sea ratificada, Mancera empieza a sudar frío por aquello de que alguien le pueda jugar una mala pasada.
Por lo pronto, regresó a la CDMX para estar pendiente de la resolución y replantear su agenda de giras por la República, donde le es útil a la coalición Por México al Frente.
Y es que, a pesar de ser el gobernante peor calificado en la historia moderna de la capital, nadie puede negar que en el interior del país su imagen no es tan mala como en la Ciudad, y en algo puede ayudar a Anaya.
CENTAVITOS… Al arranque de las campañas en la CDMX llama la atención que en Miguel Hidalgo la aspirante panista Margarita Martínez Fisher haya arrancado con una rodada ciclista para promover la seguridad vial y la disminución del uso del automóvil, como una medida efectiva para mejorar la movilidad. Y llama la atención porque Martínez Fisher le arrebata con ello la bandera que durante sus años de delegado perredista en esa demarcación promovió su rival hoy moreno, Víctor Hugo Romo, quien incluso en sus tiempos se hizo llamar el bicidelegado. Entre los panistas hacen chistes de que tan ya se olvidó de la bicicleta, que Romoluce ahora un poco más cachetón y con flotador integrado, y que para lo vanidoso que es no le van a caer nada bien los comentarios. Qué curioso que ahora que es candidato en Benito Juárez, el exdelegado Fadlala Akabani quiera denunciar por corrupción a tres diputados locales. El burro hablando de orejas, dicen en Donceles.
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