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Migrantes, como cerdos

A dos semanas de dejar el cargo, el Presidente Enrique Peña Nieto, es fiel a sus desaciertos…

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Hugo Morales Galván

La forma es fondo. Las personas migrantes son tratadas como cerdos en México. Con el afán de sacar a inmigrantes de sus entidades, algunos gobernantes han querido aparecer como benevolentes y humanitarios, favoreciendo el traslado de personas hacia el norte del país.

En realidad, los echan de sus estados, no los quieren. Piensan que el problema no es suyo. Para ello, y sin pena alguna, metieron a familias enteras en las jaulas de camiones de carga, donde trasladan cerdos al matadero. No fueron necesarios autobuses. Ese fue el gesto humanitario de gobernantes de estados, paradójicamente beneficiarios de la migración propia. Les dieron trato de apestados.

La situación no fue diferente en la Ciudad de México donde hasta puentes humanitarios y cuartos de paz se organizaron, pero cuyos análisis no les alcanzó para articular compromisos necesarios, que obligaran a las autoridades capitalinas a contratar autobuses en los cuales trasladar las caravanas hasta la frontera con Estados Unidos.

Las últimas tres semanas las redes sociales y los medios de comunicación han saturado sus espacios con mensajes, pedidos de ayuda e imágenes que muestran las paupérrimas condiciones en que miles de mujeres y hombres centroamericanos, de distintas edades, caminan rumbo a la frontera, con la creencia de que su llegada será un mero trámite para ingresar a territorio estadounidense.

A dos semanas de dejar el cargo, el Presidente Enrique Peña Nieto, es fiel a sus desaciertos. Su fidelidad con el Gobierno de Estados Unidos lo llevó a colocar una valla policial en la frontera con Guatemala para impedir el ingreso miles de personas, no lo logró. Quiso meterlas por el embudo de la burocracia migratoria y tampoco pudo. Se sacó de la manga una posible fuente de empleo regional, que nadie tomó en serio.

Peña Nieto y su administración decidió dejar esta bomba de tiempo a la futura administración de Andrés Manuel López Obrador (AMLO).

La violencia y la pobreza son los grandes motores de la migración. No es un problema regional es un fenómeno mundial. México como generador de migración y punto de paso de migrantes hacia Estados Unidos. Brasil, Chile, Argentina, Uruguay o Colombia, como destino de migrantes de países pobres o azotados por la violencia. El caso chileno merece comentario aparte, ahora que ha decidido deportar “voluntariamente” por razones “humanitarias” a familias haitianas.

En Europa, latinoamericanos llegan por avión y por la misma vía son deportados; africanos cuya sangre tiñe de rojo el Mar Mediterráneo, en su intento por llegar a las costas europeas: de Europa del Este, hacia la Europa rica. En respuesta, los grandes países y centros acumuladores de riqueza se enrejan, colocan vallas, construyen muros y militarizan sus fronteras.

La reforma constitucional de junio del 2011, estableció en su artículo primero constitucional le obligación de promover y respetar los derechos humanos de las personas, de acuerdo con las leyes nuestras y los tratados y convenciones internacionales suscritas por el Estado mexicano.

En esa lógica se inscribe la Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de todos los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares, adoptada por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas el 18 de diciembre de 1990.

Sin embargo, emulando a Vicente Fox Quezada y Felipe Calderón Hijonoza, Peña Nieto fue incapaz de levantar la voz para proteger a migrantes nacionales ante los gobiernos de Estados Unidos. Permitió campañas de odio, violencia física y verbal y xenofobia, hacia migrantes y familiares.

El gobierno de Donald Trump ha militarizado su frontera. No va a permitir el ingreso de nadie. Su reciente derrota electoral, endurecerá contra quienes no duda en calificar como delincuentes.

Las caravanas de personas avanzan, incluso en camiones para cerdos, mayoritariamente, hacia Tijuana. En esta ciudad permanecen desde el 2017, más de tres mil 700 haitianas y haitianos, a quienes el gobierno estadounidense les negó el asilo.

El fenómeno de la migración requiere de políticas públicas con una perspectiva de derechos humanos y que, entre otras cosas, informe a la población de las raíces del problema –del que México no es ajeno— para evitar campañas de odio y agresiones.

Toda política pública requiere recursos públicos, en este caso urgentes. Estamos en la puerta de una crisis humanitaria inimaginable.

Lo nuestro es la #política en la #CDMX; si en verdad te late la grilla chilanga en las redes, visita nuestra página: https://elinfluyente.mx

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