Por Arturo Páramo
Dentro de una semana, a estas horas, estarán concluyendo las campañas electorales en la Ciudad de México, dejando más interrogantes que certezas. Morena ha presentado fisuras que pocos han registrado. En sus mítines por la República, López Obrador ha sido cuestionado por sus simpatizantes en las plazas públicas, quienes no aceptan a alguno de los candidatos a gobernador, senadores, diputados o presidentes municipales. El tabasqueño aprovechó cada uno de esos episodios para convocar a sus simpatizantes a no dividirse y a emitir un “voto parejo” por todos los candidatos de Morena que aparezcan en las boletas electorales.
Así, el tabasqueño sabe que su movimiento no es monolítico, que sí existen fisuras y que, si bien él tiene los votos asegurados de su militancia, los grupos regionales pueden reducir las votaciones para los demás cargos.
Así, la diferencia que las encuestas adjudican al candidato presidencial de Morena por sobre sus contrincantes es difícil que se reproduzca en las campañas locales.
En las contiendas por las gubernaturas, por ejemplo, el juego está abierto en la mayoría de ellas, de acuerdo con las mismas empresas encuestadoras que Morena utiliza para argumentar la ventaja de López Obrador.
En la Ciudad de México, los equipos de campaña de Morena y del Frente se desplegaron, difundieron sus propuestas y las candidatas cerrarán sus actividades gastando hasta su último esfuerzo y su último recurso.
Barrales decidió enfocarse en el tema más sensible para la población, la inseguridad, y en sus cierres de campaña ha descrito sus diez puntos para combatirla.
Sheinbaum ha optado por reforzar el discurso de la reedición del gobierno de “La Esperanza” que desarrolló López Obrador a inicio de este siglo en la capital.
En medio del cierre de campañas, aparecieron el escándalo por el uso de recursos de Layda Sansores en el Senado, se denunció el uso de padrones y de recursos públicos de programas del gobierno capitalino a favor de candidatos de Morena, arreció la campaña en Gustavo A. Madero contra Francisco Chiguil, y campañas como la de María Rojo simplemente no despegaron.
Las mismas encuestas muestran cerradas contiendas en delegaciones cruciales, y pocas podrían ya estar definidas.
Si bien Sheinbaum presume que espera “relajada, relajada” el tercer y último debate que se realiza este miércoles 20 de junio, y la fecha de la elección, es de esperarse que en esta cita en el Canal 11 del Instituto Politécnico Nacional los restantes seis candidatos se enfoquen en tratar de darle un último golpe. Habrá que esperar.
Las campañas llegarán a su fin con una nueva cultura del debate promovida desde el Instituto Electoral de la Ciudad de México. Además de los tres entre candidatos a Jefatura de Gobierno, se realizaron uno por cada distrito local y por cada alcaldía.
Morena ejecutó la misma estrategia de sus diputados en la actual legislatura: ausentarse.
Los candidatos rehuyeron el debate por diversas razones, y eso podría ser otro factor que reste simpatías hacia ese partido, pues en nuestros tiempos el intercambio de propuestas es ya una exigencia de la ciudadanía.
Los candidatos de Morena que no asistieron a los debates argumentaron también que estaban administrando una ventaja que, tal vez, no tienen.
El dato más importante, basados en las mismas encuestas que Morena esgrime para augurar su victoria, es que cerca del 40 por ciento de los encuestados no ha definido su voto. De eso evita hablar Sheinbaum, aunque su equipo de campaña sabe y reconoce que esos votos son volátiles y se deciden el mismo día de la elección, en la soledad de la urna. Ahí el voto duro no cuenta, ningún partido tiene control sobre ellos y ésos decidirán la contienda.
Con la revitalización de la campaña de Meade, el último estirón de Anaya, la llegada de López Obrador a su máximo tope de preferencias, la ausencia de candidatos de Morena a debates, y la cantidad de votos por definirse el día de la elección, una diferencia cerrada en la votación del 1 de julio en la Ciudad de México no es improbable.
